Andrés Mecha

Veía las imágenes de la represión en la Plaza De los Dos Congresos y me impresionaba la cantidad de gendarmes y fuerzas federales.[1] Casi más milicos que manifestantes ¡Un hormiguero verde y azul! Dije, capaz es una sensación. Puede ser, pero también en esa escena se podía advertir lo que ha sido el crecimiento exponencial de todas las fuerzas de seguridad durante los últimos 20 años.

Un ejemplo de ello es la gendarmería. Histórico represor del movimiento piquetero durante el menemismo. Miren este dato: en 1999 había 17.000 gendarmes en todo el país. En 2019, según un informe público institucional, ya eran 36.500. Usted me podrá decir, bueno, también somos más. Es verdad, pero el crecimiento es tan desproporcionado como la represión durante el tratamiento de la «ley ómnibus». El censo de 2001 dio como resultado un total de 36.260.130 habitantes, mientras que el realizado en 2022 dice que hoy somos casi 10 millones más. En síntesis: la población creció cerca del 27%, mientras que la gendarmería lo hizo en el ¡113,29%! ¡Ni la soja se expandió tanto! (hablando de causas y consecuencias).

¡Cuánta tela para cortar! Primero, podés sacar la cuenta de los millones que nos cuesta «mucha tropa riendo en las calles» ($42.900 millones, el presupuesto 2019); segundo para pensar cuánta seguridad traen las fuerzas de «seguridad». Nadie podría decir que hoy se vive más seguro que en 1999 ¡Cuántas campañas (de los dos lados de la grieta) prometiendo más y más milicos como la solución! (¡Ocho «desembarcos» de gendarmería en Rosario y la cosa no hace sino empeorar!)

Está claro que una de las dimensiones de este crecimiento está vinculado con su función represiva:  la cotidiana, en los barrios, en los conflictos laborales, ambientales; y su función represiva «extraordinaria», durante protestas sociales y políticas, como las que hemos vivido estos días. No por casualidad los enormes gastos en gases lacrimógenos, gas pimienta, balas de goma, carros hidrantes, escudos y todo tipo de pertrecho destinados a la represión del conflicto social.

El crecimiento de la gendarmería y la milicada en realidad es proporcional al crecimiento de la desigualdad y la pobreza estructural que hacen cada vez más difícil la convivencia democrática. Por eso los dueños de todo hace años que se pertrechan de perritos entrenados, para protegerse de la bronca que estalla ante la miseria planificada. Los palos son pa nosotrxs, la sojita, es ajena. ACAB.


[1] Por ejemplo:  https://www.instagram.com/reel/C23WGNvRNiT/

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