El paro general y la movilización del 24 de Enero marcaron un gran primer capítulo en las luchas contra las medidas del gobierno de Milei y su experimento neoliberal autoritario. Según distintas fuentes, la movilización reunió a un millón de personas a lo largo de Argentina. Logramos demostrar un masivo rechazo al DNU y la Ley Ómnibus con la unidad de todos los sectores que nos oponemos a las políticas Milei. En conjunto con las centrales sindicales, los movimientos sociales y las organizaciones políticas, todos los espacios que se surgieron desde su triunfo electoral y algunos que surgieron previamente para pronunciarse en el balotaje, asambleas barriales, espacios organizados por sector salieron a la calle con sus banderas siendo parte activa de la lucha.

Esta demostración de la fuerza popular muestra la capacidad de movilización de las centrales sindicales y la vigencia del movimiento obrero como un actor político de peso en la realidad nacional. Los números que mostraron diferentes voceros del gobierno y el poder económico sobre la pérdida de ingresos que significó para las patronales el paro, no hacen más que demostrar que somos nosotrxs quienes movemos el mundo y generamos las riquezas de nuestro país.

Además, el paro representó una expresión federal popular en crecimiento. Lo que en principio tuvo su centro en Capital Federal y ciudades como Rosario se expandió con los cacerolazos a muchos puntos del territorio argentino. Del paro del 24, podemos ver grandes movilizaciones en lugares como Rosario, Córdoba, Neuquén, Mar del Plata, varios puntos de Entre Ríos y presencia en el norte argentino. Este aspecto representa todo un desafío importante que permite presionar a los diputados y senadores de cada provincia para que tuerzan su voto. También, representa un desafío porque el desarrollo de las centrales sindicales y los movimientos sociales en nuestro país es desigual. Con unidad y creatividad, debemos pensar las formas de federalizar cada vez más estas convocatorias.

UN ESCENARIO ABIERTO

Esta demostración de fuerzas tuvo un impacto directo en el manejo del gobierno. Al momento, sacó dictamen de mayoría en el plenario de las comisiones pero sin embargo se postergó la votación para el próximo martes. Para hacerlo, contó con 54 firmas pero también con 34 que son disidencias. En el caso del peronismo tuvo dictamen de rechazo con 45 firmas, además de los propios firmados por la izquierda, el socialismo y la Coalición Cívica y una parte de los radicales. Con voces del gobierno como Adorni directamente se amenaza a las provincias a no tener más presupuesto si no votan a favor.

Hace semanas que diputados y senadores denuncian que parlamentarios no están asistiendo a los debates porque se dedican a negociar en pasillos, hoteles y cafés cercanos a la Cámara. Este lobby, donde prometen modificaciones a cambio de votos, presupuestos para las provincias y lugares para las fuerzas políticas, representa un atentado contra la democracia que muestra el desfasaje entre el mundo de “la política” y las necesidades populares cotidianas. Todavía es una incógnita los movimientos que pueden realizarse. Desde nuestro lado, nos toca rechazar ese lobby con la movilización callejera, que será en este contexto la garante de determinar la votación final de la ley.

Desde Poder Popular planteamos que hay que construir asambleas en cada lugar de trabajo y barrio para discutir una movilización masiva y unitaria cuando se vote en congreso. Desde allí, debemos presionar a las centrales sindicales que han demostrado su enorme capacidad de movilización para que se repita un escenario de estas características y pueda empalmar con todos los sectores sociales.

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