Durante la madrugada del jueves 6 de febrero, un grupo de policías en autos particulares, interceptaron el vehículo donde se trasladaba Matías Paredes (26 años) con dos amigos. Vestidos de civil, con ambos autos sin patente y sin dar la voz de alto, los efectivos policiales iniciaron una balacera desmedida y sin fundamento alguno contra el vehículo. Los jóvenes intentaron escapar al pensar que serían asaltados, por lo que los efectivos iniciaron una persecución sin cesar el detonar de los disparos. El saldo del accionar policial fue el asesinato de Matías, que murió a causa del impacto de dos disparos en su cuerpo; así como también hirieron a otro de los jóvenes, que tuvo que ser hospitalizado.

Los asesinos tienen nombre y apellido: el oficial Héctor Murray de la subcomisaría de Estación Camet; el oficial Emilio Flores de la comisaría Nº15; y el oficial Yancamil Masia de la comisaría Nº14; el subteniente Juan José Molina y el sargento Julio Rufino Gerez de la comisaría Nº16. Todos ellos efectivos de la policía bonaerense, una fuerza que posee una extensa y trágica trayectoria en la ejecución de gatillo fácil como modalidad represiva para disciplinar a los y las jóvenes de nuestros barrios populares.

Arrebatar una vida no puede, ni debe, ser sujeto al olvido. Matías Paredes era un pibe como tantos y tan especial como cada uno. De tan sólo 26 años, padre de una nena de 3 años, era obrero de la construcción de oficio y un gran amigo y persona, como lo recuerdan sus amigos y familiares. Al igual que los amigos con los que viajaba en el auto, no tenía antecedentes penales. Era fanático del Club Atlético Alvarado, que en la noche anterior había hecho un evento para presentar su nuevo plantel e indumentaria. Matías y sus amigos habían asistido a la convocatoria del club para celebrar la presentación. Una vez terminado el evento, durante la madrugada del jueves 6, se dirigieron a su vehículo para volver tranquilos a sus respectivos hogares. No existe ningún tipo de motivo o razón para justificar el horror vivido por los jóvenes minutos después de encarar la vuelta a casa.

No vamos a naturalizar que la policía nos arrebate los pibes, que arruinen nuestras familias y que ejecuten la violencia a cielo abierto y con total impunidad. Tampoco hacemos distinciones según simpatías mezquinas o el color político de donde provenga la represión policial: sea nacional, provincial o local. Los y las jóvenes de nuestra ciudad tenemos el derecho a transitar, vivir y disfrutar de nuestros clubes, barrios y espacios sin ser tildados de delincuentes o ser asesinados.

Nos solidarizamos y acompañamos a los amigos y familiares de Matias Paredes en su reclamo de justicia.

Ni un pibe menos, ni una bala mas. Basta de gatillo fácil.

#justiciapormatíasparedes

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