Con la inflación por las nubes, el salario deteriorado como nunca y las escasas o casi nulas políticas pensadas para la cultura, la situación de las librerías independientes empieza a ser muy preocupante y, detrás de ellas, son cientos las familias que están en riesgo, porque detrás de un libro no sólo hay historias sino que hay diseñadorxs, escritorxs, correctorxs, gráficas, transporte, y muchas otras personas que empiezan a ver amenazada su fuente laboral.

Como si fuera poco en la llamada Ley Ómnibus que no llegó a tratarse, uno de los tantos artículos destructivos proponía eliminar la Ley del Libro (25.542). Esta ley, que en Europa (como tanto le gusta decir al presidente) es defendida hasta por las grandes cadenas de librerías, establece como punto principal un precio de venta único para los libros, es decir que desde la librería más pequeña hasta las grandes cadenas tienen que respetar el precio de venta que pone la editorial. De esta manera se evita que los “pulpos” empresariales  puedan poner precios promocionales o hacer descuentos que las librerías pequeñas se ven imposibilitados de hacer por no tener el mismo margen para realizar compras ni para negociar con las editoriales.

Si esta ley se derogara (y todavía existe la  posibilidad de que se desregule el precio de venta) las grandes cadenas de venta de libros podrían poner libros mucho más barato y haría casi imposible la competencia de las pequeñas librerías y eso traería por consecuencia también que editoriales o autores y autoras no tan reconocidos tengan el lugar que se merecen porque a los grupos empresariales sólo les importa vender, y no recomendar. En síntesis, vamos a leer lo que los empresarios quieren que leamos.

LA SALIDA, SIEMPRE COLECTIVA

Por iniciativa de algunes libreres de la ciudad de La Plata hace tres años se realizó “La noche de las librerías platenses”. Como toda iniciativa, empezó con la idea de dos o tres y al tercer año ya eran casi treinta las librerías independientes en un grupo de whatsapp que empezó siendo un espacio organizativo de aquella primera experiencia y hoy junta a libreras y libreros a debatir, pensar actividades y, más que nunca, enfrentar la durísima realidad del sector.

Casi en paralelo a la experiencia platense, a nivel nacional se fue conformando (y se presentó formalmente este miércoles en la 48° Feria Internacional del Libro) la Cámara Argentina de Librerías Independientes (CALI). Nucleando a 250 librerías de todo el país, y a sala llena, desde la CALI expresaron su objetivo de reconocer a las librerías que desde distintas provincias trabajan para y por el libro. A su vez, manifestaron que la Cámara busca ser realmente federal “que es algo que se dice mucho pero se practica poco”, por eso en su comisión directiva se encuentran libreres de diferentes puntos del país.

Con la idea de propiciar políticas públicas que apoyen de manera tangible a las librerías independientes del país y proteger la actividad librera, desde el pasado 23 de abril y en el día internacional del libro, la CALI es formalmente un hecho.

Porque no podemos dejar que elijan qué y quiénes leen, porque la lectura es parte de nuestra cultura y nuestra identidad, porque sin lecturas diversas y críticas no hay futuro posible. Que el camino sea siempre así, el que asumieron los y las libreras que, lejos de competir entre sí, eligieron juntarse, debatir, pensar actividades colectivas y también, salir a la calle.

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