El discurso de Milei en Davos contiene una serie de puntos cruciales para entender el plan político, económico y social de la extrema derecha argentina. Allí, Milei habla de la posición de Argentina en el mundo, brinda un análisis del rol de ese tipo de encuentros internacionales, se posiciona como líder mundial (o intenta hacerlo), caracteriza a la izquierda y al progresismo como fuerzas, plantea su visión de la historia mundial y nacional, ubica en ella la debacle de la crisis y sus razones y anuncia los principales puntos de un programa de avanzada derechista y reaccionario. Es en síntesis, la declaración más sincera que ha hecho el gobierno de su lectura histórica, la reacción de la sociedad ante sus medidas y su programa a futuro. Un discurso cargado de ideología cuidadosamente redactado con el objetivo de aportar a la batalla cultural hacia una nueva hegemonía reaccionaria: espíritu antipatrio, misoginia sexista, odio hacia las disidencias sexuales y de género, negacionismo climático, aumento de control y militarización de la sociedad, batalla contra la razón y desprecio por el arte y la ciencia.

Debemos ser claros: el proyecto de Javier Milei es incompatible con las libertades democráticas que conquistamos después de la caída de la dictadura militar. Para generar este nuevo consenso social debe romper la columna vertebral del movimiento obrero y popular argentino. Y para derrotar a uno de los niveles de organización sindical y social más altos del continente, necesita el uso deliberado de la violencia en todas sus formas: estigmatización, criminalización, persecución y represión. Pese a que los sectores populares venimos de una derrota, todavía conservamos niveles de organización que representan un riesgo para su programa. Todavía somos el país de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, del vibrante movimiento feminista de las últimas décadas. Todavía somos el país del Diego puteando a los ingleses. Todavía somos el país que ellos odian.

Vestido de gala para vender la patria

El nuevo mejor amigo de Javier Milei es Elon Musk. Cuando hace algún tiempo, el líder de X celebró por esa red social su capacidad política y su veloz crecimiento, el presidente de Argentina festejó como un niño cuando recibe la pelota que quiere. Su relación con Elon Musk no es la de un aliado político, es la de un fan de un grupo musical o una figura que se idolatra durante la adolescencia. 

¿Por qué Milei lo sigue? Elon Musk es la primera persona del mundo en poseer un patrimonio de USD 400.000 millones. Posiblemente nadie en la historia del capitalismo haya logrado convertir sus enormes riquezas en influencia política de la misma manera que Musk. Hoy, acompaña los movimientos de la extrema derecha global con su financiamiento, ideas y cuerpo. Así, participa del gobierno de Donald Trump mediante el cargo de Departamento de Eficiencia Gubernamental y participa como orador en mitines de Alternative für Deutschland, el partido de derecha alemán. Llamó “virus mental” la lucha por Black Lives Matter, rechaza los sindicatos y declara “asesinado” por el “virus woke” a su hija trans. Desde que es dueño de X expulsó a gran parte de los “moderadores de contenido” que trabajan para la red social. Así, convirtió a X en una usina global que proporciona hiperinformación según la ideología de la ultraderecha.

Sin embargo, Milei no fue a la asunción de Trump a tejer acuerdos comerciales. Al igual que en las decenas de viajes realizados con dinero del estado, el presidente fue a brindar apoyo político a los líderes de la extrema derecha mundial. No existen embajadas ni acuerdos diplomáticos a seguir. El presidente hace lo que quiere con los fondos del Estado y las instituciones democráticas.

Pese a su admiración, la posición de Donald Trump sobre América Latina expresada en una de las entrevistas posteriores a su asunción es clara: “Ellos nos necesitan más que lo que necesitamos nosotros a ellos”. Nos preguntamos entonces: ¿cuál es el sentido de apoyar tan fervientemente a un líder que reconoce que no te necesita? La respuesta es simple. Un profundo sentimiento antinacional y desprecio por el país y el territorio. El presidente luego de cada uno de sus viajes vuelve con twits y fotos. Todavía con ninguna inversión. Mucho menos con un acuerdo comercial que permita combatir la pobreza o solucionar los problemas estructurales. En los viajes agacha la cabeza, rifa nuestros recursos naturales y busca quedar bien con el Fondo Monetario Internacional. Milei se vistió de gala para ir a vender nuestra patria.

Contra la “ideología woke”

Todo proyecto que busca interpelar a una sociedad en crisis debe clarificar frente a los sectores populares cómo se llegó a esa situación. Esto implica ponerle nombre a los responsables y contraponer sus proyectos a los propios. El discurso de Milei en Davos genera un movimiento parcial respecto a su discurso anterior. Repasemos. 

Para construirse como candidato competitivo en el marco del balotaje, Milei corrió el eje del discurso “contra la casta” para posicionarse como el referente del antikirchnerismo. Así, cooptó los votos del electorado de todos los partidos que se han ubicado dentro de esa posición durante el ciclo anterior. Sin embargo, el discurso en Davos va mucho más allá. Los responsables de la crisis no son para su paradigma (o al menos no solamente) los kirchneristas-peronistas sino que es la “ideología woke”. Este término es usado para englobar, de manera planificadamente esquemática, todo lo que no le gusta al gobierno. Allí entra el marxismo, el progresismo, la “ideología de género”, las luchas raciales, la justicia social, cualquier medida del estado que tenga como objetivo garantizar derechos o repartir aunque sea tímidamente las riquezas. Milei nos declara la guerra: “zurdos, van a correr”. 

Este tipo de discursos, que le permitieron generar polémicas en redes sociales y aumentar el raiting, tienen un salto cualitativo ahora que se realizan desde la Oficina del Estado. No debemos confundirnos. Desde lo más profundo del Estado se está validando la represión y persecución a quienes peleamos por una sociedad diferente. El peligro que corremos no es exagerar sino subestimar la posibilidad de que estas ideas calen hondo y permitan aplicar otro tipo de medidas autoritarias a las actuales. Cualquier giro autoritario necesita primero preparar el terreno en el marco de la batalla cultural. Que el gobierno logre triunfar en ese plan depende de la capacidad que tengamos los sectores populares de organizarnos y construir una resistencia permanente a sus medidas.

Su programa es la miseria planificada

Manuel Adorni, vocero presidencial, anuncia al inicio de cada mes, con una sonrisa burlona, los datos oficiales de la inflación. Allí, presentan la baja porcentual como uno de los grandes triunfos del gobierno. Sin embargo, la inflación es solo uno de los indicadores de nuestras condiciones de vida. Los salarios en Argentina están en un piso histórico sin precedentes en las últimas décadas, mientras que con la estructura institucional brindada por la Ley Bases, las ganancias empresariales esperan dar un salto histórico.

La habilitación para la privatización de las empresas del estado y del sistema de jubilaciones, el desfinanciamiento sostenido de la salud y educación pública, despidos masivos en el Estado, modificaciones de las leyes de empleo para garantizar jornadas más largas, peores sueldos, menos vacaciones y contrataciones menos formales son algunas de las principales caras. Nada nuevo bajo el sol. El programa libertario es un capitalismo extremo que remonta las relaciones laborales al siglo XIX y que llevó el país a la pobreza, al vaciamiento y a la pérdida total de soberanía en la dictadura genocida de Videla y en los gobiernos de Carlos Saúl Menem.

Sin embargo, la situación de crisis económica todavía no está resuelta y no parece estabilizarse en el corto plazo. La reciente baja de retenciones a las exportaciones de granos está lejos de representar la calma de los mercados y la baja de inflación de la que se jacta el gobierno. De la misma manera, su situación con el FMI es todavía incierta y corre riesgo de no poder obtener un préstamo si no sigue los pasos que le piden. El pedido del Fondo es muy similar al de los grandes grupos económicos que si bien apoyan al gobierno en materia política, en en el plano económico presionan de manera conjunta para que el gobierno de rienda suelta a la acumulación desmedida. Su plan es la devaluación y la salida del cepo al dólar. 

El gobierno enfrenta una serie de problemas para ejecutar ese plan. En principio, la misión del FMI se ha ido del país sin lograr un acuerdo. De no “corregirse” la política económica y brindar un tipo de cambio más débil, tasas de interés más altas y mayor flexibilidad cambiaria, el FMI discute tan solo brindarle a Argentina durante 2025 recursos para que cubra el servicio de su deuda con el Fondo. Es decir, que ayude al gobierno a pagar la deuda que ya se tiene con el organismo. Esto adquiere una relevancia considerable ya que la deuda con el Fondo es considerada la deuda “senior”, aquella que debe ser pagada para pedir cualquier tipo de préstamo en organismos internacionales. 

El gobierno de Milei busca los recursos para posteriormente solicitar un préstamo de 11, 12 o 15 mil millones de dólares. El préstamo que quieren pedir al Fondo Monetario Internacional representa una pérdida total de soberanía económica y política ya que no lo cancelarían ni siquiera dos generaciones enteras de argentinxs.

La contracara económica de estos datos son los indicadores de que las mayores fortunas del país se duplicaron. Aún así les bajaron impuestos recientemente. Según la revista Forbes, en el 2020 los 50 argentinos más ricos juntaban 46.000 millones de U$D. A diciembre de este año, esa suma fue de 78.000 millones. ¿No era que no había plata? No existe un “estado ausente”. Lo que hay es un programa económico que busca garantizar las ganancias del 1% más rico a costa de empobrecer a las grandes mayorías sociales. Su plan es la miseria planificada.

El futuro no es de los fachos

Nada es más importante que pelear contra la amenaza fascista. En la lucha estratégica de la batalla cultural que siempre se mantiene, a cada generación del movimiento popular le toca una tarea. Nuestras madres y abuelas combatieron a la dictadura y lucharon contra la impunidad en democracia. La generación de los 90′ se enfrentó a los planes del FMI y en la lucha contra el hambre parió al movimiento piquetero. Hoy nos toca enfrentar la amenaza fascista. La violencia y el odio no pueden ser el sentido común. 

El neoliberalismo no es solo un modelo económico. Es una forma de dominación política muy específica que busca desmovilizar e individualizar a la clase trabajadora. Para ello utiliza la coerción de mercado, intensifica la competencia a niveles impensados y difunde una máquina ideológica y cultural sin precedentes en la historia global mediante las principales plataformas digitales administradas por monopolios asociados a los estados imperialistas. El ataque de Milei en Davos a la “ideología de género” está íntegramente ligado a su plan económico. Todo es parte de lo mismo. Si logran que dejemos de sentir empatía por sectores castigados de la sociedad, los lazos sociales y comunitarios son menos, se individualizan los conflictos y las situaciones de vida, se desdibuja la idea de sociedad. Es necesario para avanzar con sus medidas económicas.

¿Cuál es la fuerza real del gobierno y sus ideas? ¿Son invencibles? ¿El conjunto de la sociedad acompaña su agenda? ¿Tenemos que preocuparnos? El gobierno cuenta con un apoyo social importante producto del fracaso de los dos gobiernos anteriores, una demanda social de orden expandida, una naturalización de condiciones de vida precarias, el visto bueno a la reducción de la inflación según los números oficiales y el apoyo de una porción de la sociedad (menor a su número de votantes) a las medidas reaccionarias. Sin embargo, también es igual de verdadero que durante este año tuvimos varias de las movilizaciones más importantes de la historia reciente de nuestro país. Además, también es cierto que existe una porción de votantes “arrepentidos” que no tienen voz en los medios de comunicación y es muy difícil medir.

Quienes nos organizamos rápidamente en asambleas luego de los discursos en Davos, quienes abrazaron el Hospital Bonaparte en Capital Federal o aquellos que luchan por el agua en Mendoza son solo algunas imágenes de las últimas semanas que indican la existencia de una base social sobre la cual construir una resistencia. La marcha antifascista y antiracista del 1 de Febrero inaugura el 2025 con una movilización masiva y federal que se suma a la lista de los dos paros convocados por la CGT, la irrupción popular por la memoria del 24 de Marzo más grande y unitario de las últimas décadas y las Marchas Federales Universitarias. A partir de este piso, tenemos que proponer construir un movimiento popular unitario en las calles contra todo el paquete de medidas del gobierno de Milei. El carácter anti-fascista llegó para quedarse y será un afluente de todas nuestras convocatorias de ahora en adelante. Sobre estas luchas, tenemos que aportar a parir una nueva alternativa política de izquierda que tenga en claro los desafíos políticos que enfrentamos con un gobierno de este tipo. No son invencibles. Tenemos que ir por ellos.

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