Como cada 26 de junio desde hace 21 años, hoy recordamos a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en las calles de todo el país, pero especialmente en el Puente Pueyrredón que fue el escenario de su última movilización en defensa de los intereses de los desposeídos, que culminó en lo que hoy llamamos “masacre de Avellaneda”, en la estación que hoy lleva los nombres de nuestros dos piqueteros heroicos.
Hoy, como entonces, los poderosos buscan silenciar el grito de quienes no se resignan a la desocupación y al hambre. Hay un indiscutible consenso entre Gobierno y oposición para avanzar contra las organizaciones sociales, recortando planes sociales, reprimiendo en distintos puntos del país y criminalizando sin cesar su para ellos intolerable nivel de organización y compromiso, sostenido sin pausa desde hace más de veinte años.
Si desde el oficialismo, la ministra de Desarrollo Social Victoria Tolosa Paz (hoy nuevamente precandidata privilegiada en las listas de diputados de Unión por la Patria) no hizo más que recortar beneficiarios del programa Potenciar Trabajo y estigmatizar constantemente a las organizaciones sociales, sin reconocer que fueron quienes permitieron que la crisis pandémica no se transforme en un caos gracias a su constante presencia y labor en merenderos, comedores y salitas de los barrios populares.
Por el lado de la oposición no paran de crecer las promesas de mano dura contra los piqueteros. El sector de los halcones de Patricia Bullrich y el de las supuestas palomas de Horacio Rodríguez Larreta coinciden en un discurso de campaña que promete mano dura contra las organizaciones sociales para sus futuras gestiones, prohibiendo las manifestaciones y cortes de calles y eliminando su gestión de los planes sociales. Como gesto inconfundible, en los últimos días Larreta además designó como su vice al gobernador radical jujeño Gerardo Morales, quien viene llevando adelante desde hace semanas una brutal represión contra docentes, organizaciones sociales y pueblos originarios de su provincia. Es una amenaza clara, casi una declaración de guerra. El ajuste no cierra sin represión, ya lo sabemos.
En ese contexto, con unas elecciones donde los principales candidatos acuerdan tanto en esta campaña antipiquetera como en la sumisión absoluta a los mandatos del Fondo Monetario Internacional, lo que significa más desempleo, hambre y pobreza para las grandes mayorías sociales de nuestro país, es el momento de reclamar con más fuerza que nunca por tierra, techo, trabajo digno y cambio social, como supieron hacer Maxi y Darío.
¡Defensa absoluta de las organizaciones sociales contra los ataques de gobierno y oposición!
¡Unidad de trabajadorxs ocupadxs y desocupadxs!
¡No a la criminalización de la protesta social!
¡Darío y Maxi presentes, ahora y siempre!