Por Andrés Mecha
La desilusión con el FdT le abre las puertas de par en par a la derecha y la recontra derecha. La apatía y desazón que campea por todos lados no la sembró Todo Negativo, ni el «Club de la mala onda». Es la cosecha legítima de un gobierno que asumió con amplias expectativas y no cumplió casi ninguna. Lamentablemente, la desilusión política se paga muy caro. Cuando el gobierno de Macri se caía a pedazos, muchxs llamaron a desensillar hasta el 2019 y se zambulleron de lleno adentro de una coalición claramente centrista y moderada, liderada por un «ex» lobista de Clarín y las corporaciones agrarias. Extrañamente, esperaban otra cosa. Al neoliberalismo no se lo derrota (sólo) en las urnas (¡Y menos con los neoliberales adentro!).
«Reverso Fernández»
El malmenorismo y la moderación permanente sólo sirven para alimentar males mayores y envalentonar a los adversarios (aquí estamos). La redistribución de la riqueza no nace del diálogo con los poderosos, ni de la voluntad política de los que ocupan sillones. Si abandonamos la disputa callejera y la conflictividad laboral es lógico que nuestro enemigo de clase avance. Ya lo habían hecho a los palazos con Macri, pero lo profundizaron con el consenso de la moderación y la pasividad que logró el FdT. (Los salarios y los índices de pobreza hablan por sí solos).
«Kristalina, con K»
En este país nunca se sabe, pero casi todos los analistas presagian un triunfo de alguna variante derechista, y hay quienes hasta se atreven a vaticinar una segunda vuelta con el Cavallo con peluca. Es verdad, sucedió la guerra, hubo una pandemia, y como si fuera poco, una sequía atroz. Pero no fue ahí donde se perdió el partido. El acuerdo con el FMI es la clave, incluso de esta inflación que no da tregua. Muchos dijeron, dicen y dirán: «no quedaba otra». Con el diario de este lunes queda claro que nunca hubo un «Fondo que cambió» y que firmar ese acuerdo no ahorró ningún padecimiento popular presente y mucho menos futuro (¡Necesitábamos otra!). El caballito de Troya de Macri y el imperialismo fue recibido alegremente, aun sabiendo lo que contenía adentro. Para romper con el Fondo hacía falta coraje y convocar al pueblo. Hubo, en cambio, desentendimiento generalizado. Al neoliberalismo no se lo derrota con el diálogo y la legitimación de las deudas fraudulentas. Al neoliberalismo no se lo derrota «desde adentro».
«Feta de salame»
Además, la desilusión con el FdT ha reabierto la vieja y querida crisis de representación. Volvieron «los políticos son todos iguales», el «que se vayan todos» y esa bronca popular inorgánica que puede desembocar en la trompeadera a un ministro que se hace el gallito valiente. Pase lo que pase, el voto blanco, nulo y la abstención van a ser altos en estas elecciones. Esta democracia tutelada por el FMI y donde deciden los «mercados» genera super magos delirantes y votos broncas por todos lados.
Mientras tanto, el quilombo interno que hay en las dos coaliciones mayoritarias da cuenta que nadie la tiene muy clara. La salida no se ve fácil, ni con dinamita, ni con diálogo. El sillón de Rivadavia es una verdadera papa caliente. Pero el poder no resiste al vacío, y siempre es mejor tenerlo.
Vivimos tiempos de crisis. De varias crisis superpuestas: crisis capitalista, crisis ambiental planetaria, crisis de hegemonía de la principal potencia mundial. Tiempos que parecen ser de grandes inflexiones. Y ahí andan los monstruos, como diría Gramsci, que surgen de los claroscuros de un mundo que agoniza, sin que lo nuevo termine de asomar.
«Oxidarse o resistir»
Y falta la propuesta de lxs de abajo. Nos ofrecen dinamita, semi dinamita o este desangrarse en la resignación. No hemos tenido la fortaleza política, ni ideológica de construir una salida del pueblo. Muchxs pasaron del autonomismo radical al electoralismo pragmático más ramplón, otrxs la quieren purita como en los libros y carecen de vocación de poder, estamos dispersxs, atomizadxs, más el enemigo que siempre juega… Aun así, no está todo perdido. Los ríos subterráneos siguen corriendo. Aunque no lo tomen las cámaras, ni los radares de la política burguesa, este pueblo resiste y se organiza. Y también puede estallar, cuando la cosa no se aguanta más. En esta etapa que se abre hay que resistir. Atrincherarse y resistir. Nuestras conquistas, los derechos, las ideas, los territorios: resistir (con quien esté dispuesto a sumarse). Todo aquel espacio donde podamos impedir que avancen será fundamental para una próxima ofensiva popular, que sucederá, más temprano que tarde. A no dejarnos ganar por la desazón, a no resignarse, ni adaptarse.
¡Resistir, resistir y resistir! Hacer balance de las derrotas, desterrar para siempre la utopía absurda del capitalismo bueno y la conciliación de clases, prepararse mejor y sólo confiar en los pueblos.
[…] Esta nota la escribí para Poder Popular […]