Ignacio Román para Agitación
Por qué un marxismo latinoamericano
Al Amauta se lo reconoce como el fundador del marxismo latinoamericano. Muchas veces se naturaliza la existencia de esta corriente o se menosprecia. Es importante ir a sus raíces. Si el marxismo es una teoría universal y en todos lados hay relaciones de clase que pueden enmarcarse bajo la concepción de burguesía y proletariado es válido cuestionar por qué hablamos de la existencia de un marxismo latinoamericano y no un marxismo a secas. Existen muchas respuestas posibles.
En principio, el marxismo, como lo piensa Mariátegui, no es solo un movimiento teórico y político sino también un método de análisis de la realidad. La gran frase “el análisis concreto de la situación concreta” repetida en todos los espacios de militancia es muchas veces simplificada y utilizada para justificar acciones de todo tipo. Sin embargo, pocas veces se propone como un punto de partida para el estudio a fondo de realidades específicas. Y aún menos para la parte propositiva de elaboración de una estrategia y un programa desde allí. La propuesta del Amauta es utilizar al marxismo como un método y una guía para la acción para liderar un proceso socialista en la realidad peruana y latinoamericana. Se propone hacerlo de manera creativa. Al decir de sus palabras: “el dogma no es itinerario si no brújula para el viaje”.
¿Cómo era esa sociedad peruana? ¿Qué tenía de distinto a los escritos de Marx y Engels? O incluso: ¿qué era parecido y qué era diferente a la flamante Revolución de Octubre encabezada por los soviets? En principio, las clases sociales del Perú tenían una configuración particular. Clases dominantes locales que se favorecen más de un proceso de dependencia que de uno de desarrollo industrial y soberanía política. Un campesinado fuerte con tradición de lucha. Un movimiento estudiantil influenciado por la reforma del 18’ cordobesa del cual salen los principales cuadros de la izquierda y el antiimperialismo. Un naciente movimiento feminista por el derecho al voto, el divorcio y la igualdad salarial. Un arraigo estructural e histórico del sujeto indígena como sector popular en lucha desde el colonialismo hasta la contemporaneidad del Amauta que representa en sus palabras las “cuartas quintas partes de la sociedad peruana”. A su vez, un nacimiento movimiento obrero que luchaba por la jornada de 8 horas, el derecho a la sindicalización y la conformación de una central de trabajadores. Esta composición lo lleva rápidamente a cuestionar la estructura simplificada que veía a la clase obrera industrial como único sujeto revolucionario si no en una concepción mucho más heterogénea de la clase trabajadora y la necesidad de integrar las luchas de todos los movimientos sociales.
A su vez, Mariátegui analiza que en el Perú no existía un Estado-nación consolidado ni una democracia e institucionalidad fuerte. Al decir de sus palabras, en el marco de una crisis civilizatoria, la burguesía ya no tenía “mito”. Las ideas de progreso universal que habían brillado en la Europa de la Belle Époque se encontraban en una crisis producto de las propias contradicciones entre las potencias imperialistas y su disputa por el botín de los recursos mundiales que llevaron a la Primera Guerra Mundial.
Esta mirada está relacionada con el gran hecho de masas contemporáneo a la vida del Amauta, –además de la revolución de Octubre-, la Revolución Mexicana encabezada por Zapata y Pancho Villa que planteó la reforma agraria y buscó la reforma constitucional poniendo énfasis en el debate sobre la propiedad de la tierra. Con estas dos grandes influencias y pilares desarrolla los principales resortes del marxismo latinoamericano: 1) La necesidad de recuperar y sentirnos parte de las luchas anticoloniales e independentistas tanto previas al origen del capitalismo en latinoamérica como contemporáneas 2) Un análisis de los sujetos y clases sociales del territorio que evalúa las potencialidades y las limitaciones de cada uno a la par que plantea la construcción de una fuerza social revolucionaria que los integre en una perspectiva socialista 3) El carácter pro imperialistas de las burguesías nacionales 4) La posibilidad de saltear etapas de los países atrasados 5) Una lucha teórica y cultural contra el dogmatismo y el eurocentrismo 6) la construcción de partidos socialistas anti imperialistas que integren a todas las clases sociales que pueden construir el socialismo 7) la recuperación del sujeto indígena desde una perspectiva social, política y cultural.
Desarrollo, dependencia, imperialismo y socialismo
En sus escritos plantea que el capitalismo no se desarrolla reemplazando un modelo por otro si no integrando todas las formas de explotación posibles construyendo una dinámica social particular en cada territorio. Pero lo más interesante de este análisis son las consecuencias políticas. Al no tener una visión lineal del desarrollo de las fuerzas productivas tampoco lo tiene sobre las “etapas” para llegar al socialismo. No hay indicios de que Mariátegui haya conocido los textos de Trotsky sobre el desarrollo desigual y combinado pero existe una óptica común: cuestiona el desarrollo lineal de las fuerzas productivas mientras que plantea que configuración permite a los pueblos cuyas sociedades están en el “atraso”, saltear etapas de manera más rápida. Esta concepción es expresada en Marx y Engels en su etapa más madura y es expresada en pasajes como uno de los últimos prefacios del Manifiesto Comunista (1882): “(…) en Rusia junto a la especulación capitalista que se desarrolló febrilmente y de la propiedad agraria burguesa en plena formación, más de la mitad de la tierra es propiedad comunal de los campesinos. Se trata por lo tanto, de saber si en la comunidad campesina rusa esta forma ya descompuesta de la antigua propiedad de la tierra pasará directamente a la forma comunista superior de la propiedad agraria”.
En la percepción del Amauta, para que haya desarrollo capitalista, las potencias del norte global necesitan el subdesarrollo del sur global. El capitalismo, aún en su fase de crisis civilizatoria y decadencia, no permitirá el desarrollo de las fuerzas productivas en todos los territorios de la misma manera. Desde su mirada, necesita la sumisión de los pueblos del Tercer Mundo y su ubicación dentro de la división internacional del trabajo como productores de materia prima, como territorios de saqueo y de conquista. Esta concepción rompe con el mito del progreso de esa burguesía decadente. A su vez, ese modelo de imaginario capitalista emprendedor, dinámico que toma trabajo asalariado libre está muy comprometido en la realidad de los Gamonales en la cual escribe Mariátegui para desarrollarse.
En este análisis del capitalismo en el Perú, el Amauta llega a una conclusión que luego será retomada casi 4 décadas después en el debate de los teóricos de la dependencia. En los Siete Ensayos Sobre La Realidad Peruana plantea: “en el Perú actual coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la Conquista, subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos por su desarrollo mental, da la impresión de una economía retardada”. Esta cita condensa, implícitamente, una severa crítica a las ideas tanto difundidas por Eduardo Bernstein en la II internacional como luego por el estalinismo a cargo de la III Internacional que plantearon la linealidad del desarrollo de las fuerzas productivas. Mariátegui plantea que el capitalismo no desplazó ni al gran latifundio de herencia semifeudal del campo peruano ni pudo hacerlo del todo con las formas de solidaridad y cooperación de la economía indígena (que él llama “comunismo incaico”).
Mientras que la II Internacional y posteriormente la III dijeron que era imposible pensar una revolución socialista en América Latina, Mariátegui, con una vitalidad característica del romanticismo afirmó, contento, que sí. En sus tesis, el socialismo en América Latina no es posible porque se repitan configuraciones de clase, formas de organización y de lucha similares a las de Rusia y Europa en la época contemporánea a él. No define que el socialismo es posible porque en su estudio científico encuentre esas necesariamente similitudes. Afirma que el socialismo es viable porque hay condiciones en las clases sociales existentes.
El movimiento indígena, el problema de la tierra y el comunismo incaico
El Amauta afirma que el problema de los indígenas no puede ser pensado separado del problema de la tierra, el tipo de propiedad y la forma de trabajo. A su vez, su revalorización del sujeto indígena no es solo una cuestión económica. Para él, defender las formas de resistencia, solidaridad, concepciones sobre la propiedad del movimiento indígena es el punto de partida para la reorganización del Perú y la generación de una ruptura con el orden social que plantea el capitalismo. La vindicación desde una perspectiva marxista de la herencia de prácticas comunitarias, reciprocidad, de los ayllu y el “comunismo inca” no era mayoritario en las corrientes de izquierda ni mucho menos hegemónico. Miguel Mazzeo, escritor argentino, refiere al respecto que lo que busca Mariátegui son “elementos de socialismo práctico”. Para pensar en el socialismo no se pregunta qué se puede convertir en socialista si no el interrogante inverso: ¿dónde hay socialismo? ¿dónde hay gérmenes del mismo? ¿donde hay elementos que sean un fundamento real concreto? No se trata entonces de llevar el socialismo a América Latina sino de buscar las raíces y los núcleos de sentido de resistencia a partir de los cuales se puede radicalizar una perspectiva socialista en las clases sociales existentes y en la historia nacional.
El rol de la educación y las Universidades Populares González Prada
La relación de Mariátegui con la educación merece textos y libros enteros. Para aproximarnos a la entidad que le da a la educación en su obra y militancia podemos resumir algunos aspectos significativos. En principio, su propia relación con la institución escolar es muy expulsiva. Al nacer con una enfermedad en una de sus piernas, hijo de una madre mestiza y campesina que acompañó a sus hijos en un trayecto de dificultades económicas, no puede concurrir a la escuela a partir de segundo grado. Queda postrado en el hospital cuatro años y luego toda su vida con una tuberculosis ósea mal tratada. Por ende, la mayoría de sus primeras lecturas fueron en el hospital bajo la influencia de su hermana y enfermeras francesas a su cuidado. Mujeres relevantes en la formación y visión del mundo del Amauta.
El movimiento estudiantil peruano encabezó distintos procesos de lucha, algunos de mucha radicalización, por la democratización de las universidades bajo la luz de la reforma del 18’ cordobesa. Además, fue un lugar central para construir una plataforma anti imperialista que durante mucho tiempo se organizó en el APRA con Haya de la Torre como principal referente y Mariátegui representando el ala revolucionaria. Pese a que Mariátegui nunca fue parte de la universidad reconoció rápidamente la vitalidad de este proceso. Posteriormente, sobre su propia relación con la institución escribió: “Y en Europa frecuenté algunos cursos libremente, pero sin dedicarme nunca a perder mi carácter extrauniversitario y, tal vez, si hasta antiuniversitario”.
Este movimiento no logró conquistar un proceso de democratización que de vida al co gobierno y deselitice las universidades. Sin embargo, en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes realizado por la Federación de Estudiantes Universitarios en 1920, se construyó una agenda propia que será de vital importancia para el desarrollo del socialismo en el Perú: las Universidades Populares González Prada. Lo que empezó en una habitación de la casa del dirigente Haya de la Torre terminó en 17 espacios, con un funcionamiento autogestivo, cooperativista y toda la intelectualidad revolucionaria y la militancia política dando clase allí. Para discutir el elitismo de las universidades presente en la estructura de claustros, en la composición de clase de quienes asistían, la influencia del pensamiento oligárquico en las curriculas, para romper con los métodos memorísticos, este movimiento decide construir sus propias universidades. Luego de su viaje a Europa y con Haya de la Torre en el exilio en 1923, Mariátegui queda a cargo, al igual que de la dirección del periódico La Claridad.
A estas universidades asisten dirigentes sindicales, campesinos y estudiantes. Es una plataforma donde Mariátegui expresa sus ideas. La unidad del anti imperialismo con el socialismo, la centralidad de las luchas anti coloniales, la característica cipaya de la burguesía peruana. Allí se propone tres tareas fundamentales: el nacimiento de un órgano de prensa de difusión de ideas de izquierda, la construcción de un partido socialista revolucionario para el Perú y el trabajo por construir una central unificada de trabajadores. El nombre de su revista y el apodo que le toca, Amauta, significan, sin ir más lejos, profesor.
Mariátegui y las discusiones en la III Internacional
Sus percepciones sobre América Latina y las características de la lucha social tienen un correlato en el debate sobre la construcción de un partido comunista en el Perú. El Amauta discute con la III Internacional, que en nuestro continente estaba dirigida por el PC argentino con Vitorio Codovilla a la cabeza. Mientras que ellos planteaban que los partidos comunistas en América Latina debían ser de estricta composición obrera, Mariátegui planteaba que para construir un partido comunista en el Perú (y en América Latina) había que integrar a todas las fuerzas sociales, populares bajo una orientación socialista.
Sobretodo posterior a la muerte de Lenin comienza a primar en el movimiento comunista a nivel internacional la política de la URSS de “el socialismo en un solo país”. Esta política condenó al resto de los partidos comunistas a considerarse apéndices de un proceso que tenía su eje central en la Rusia soviética. Esa internacional era dirigida casi exclusivamente por el comunismo ruso de manera unilateral. La política que se dictó para los países de América Latina fue la de “frentes populares” ya que se consideraba que como nuestro continente no tenía un proceso capitalista desarrollado, hacía falta que se pase por una etapa de desarrollo industrial para después pensar el socialismo. Esta política llevó a la mayoría de los partidos comunistas a aliarse con partidos nacionalistas locales financiados, apoyados y muchas veces referenciados en figuras de las burguesías locales. Esta concepción pensaba que solo la clase obrera industrial podía conducir un proceso hacia el socialismo. No el campesinado. No el movimiento indígena. Esta política dogmática, cerrada, ortodoxa que redujo toda la riqueza de la teoría socialista a manuales económicos y toda la democracia socialista a la hegemonía de una sola experiencia a nivel mundial contribuyó enormemente a la necesidad de elaborar una teoría desde América Latina.
El Frente Único
Pese a sus grandes críticas a la política de Haya de la Torre de construir el APRA bajo una política de conciliación de clases y asociación a la burguesía peruana, Mariátegui nunca dejó de reconocer el carácter popular y de clase de la organización y proponer el frente único en las instancias donde sea necesario. Sin ir más lejos, participa de toda la primera etapa bajo una política de Frente Único hasta que el avance de sus caracterizaciones de la realidad peruana y su viaje a Europa donde conoce la fundación del PCI de Bordiga y Gramsci lo llevan a jerarquizar la construcción de un partido comunista en el Perú.
En su texto sobre el 1ro de Mayo y el Frente Único afirma: “Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los afirman y de los que creen”. A la par, señala las tareas concretas de ese frente único en las condiciones concretas de Perú al momento del discurso: “El movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para que pensemos en fraccionarle y escindirle. (…) Nos toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia de clase y sentimiento de clase. (…) Todos tenemos el deber de luchar contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea nuestra meta última”. Parte de la heterodoxia de su marxismo puede verse en la necesidad de combinar la construcción de un partido con independencia de clase sin caer en sectarismos, logrando clarificar al enemigo común en cada momento y actuando de conjunto con todas las fuerzas populares y democráticas en las luchas inmediatas. Este es un debate que está más vigente que nunca en nuestro continente en relación a la tarea de las izquierdas revolucionarias y los gobiernos progresistas frente a la amenaza fascista.
Una herencia romántica para las generaciones futuras
El primer año de publicación de Amauta es el año que nace Fidel Castro. La de José Carlos fue una herencia que tomó la generación siguiente y logró materializar en un proceso de toma del poder. Si bien las condiciones globales de la época del Amauta, con un siglo en el medio son muy diversas también existen ciertas analogías para pensar y retomar su acción política. Era como este, un mundo sin certezas por consecuencia de la crisis civilizatoria, donde cada acontecimiento que ocurría significaba una realidad nueva para indagar. En ese mundo, de un futuro que todavía está por explorarse y que es necesario inventar, Mariátegui se caracterizó por tener iniciativa, por darle una entidad al mito, a la narrativa, al relato construido sobre nuestra propia historia y a una imagen de futuro. Fue una apuesta imaginativa y de combate. “Ni calco ni copia, creación heroica” no fue un slogan publicitario sino una frase que condensó años de investigación política y militancia. Una invitación a la acción de las nuevas generaciones, a buscar caminos y soluciones que no estaban escritos hasta ese momento.
Nuestro mundo hoy perturbardo por amenazas fascistas y el ascenso de la ultraderecha se marcó en una periodización más extensa, por la caída del muro de Berlín y la hegemonía neoliberal a escala mundial. El contexto actual cuenta con una inédita ofensiva contra la clase trabajadora en busca de aumentar los niveles de explotación y disciplinar a la sociedad. Los paradigmas de las revoluciones socialistas del siglo XX nos quedan lejanos por las modificaciones del capitalismo, de la estructura de clases e incluso por nuestros propios desaciertos. ¿Será, como el caso del Amauta, momento de inventar desde el socialismo algo nuevo?
Publicada originalmente en el portal Agitación, https://agitacion.lat/mariategui-un-heraldo-de-lo-que-esta-por-realizarse/