El 19 de julio de 1976 la dictadura genocida cumplió uno de sus más preciados objetivos político-militares. Ese día, un grupo de tareas del ejército dio con el paradero de Mario Roberto Santucho, secretario general del PRT-ERP, el hombre más buscado por la dictadura. El “Roby” o “Negro”, como le decían afectuosamente sus compañeros/as, se encontraba en un departamento de Villa Martelli, provincia de Buenos Aires. Con él estaba su compañera, Liliana Delfino, una de las fundadoras del PRT, Benito Urteaga -miembro del Comité Ejecutivo (CE)- con su hijo de tres años y Ana María Lanzillotto.

Ante la sorpresiva irrupción de los militares se produjo una balacera y cayó muerto Benito Urteaga. Mientras que Santucho quedó fatalmente herido al igual que su perseguidor, el capitán del ejército Juan Carlos Leonetti. Liliana Delfino y Ana Lanzilotto, fueron secuestradas y conducidas a Campo de Mayo. Ambas estaban embarazadas y aún permanecen desaparecidas. Ese mismo día, en operativos aparentemente conectados, fueron secuestrados Domingo Menna, también miembro del CE, y Fernando Gertel, secretario y enlace del buró político.

En 2016, Maximiliano Menna Lanzilotto, hijo de Ani y el Gringo, que había nacido en Campo de Mayo y fue entregado en adopción por los militares, recuperó su verdadera identidad. En cambio, de la hija o hijo de Delfino y Santucho, aún hoy no hemos podido saber nada.

Todos los diarios de Argentina comunicaron eufóricos el operativo militar. “Aniquilaron la cúpula extremista”, rezaba en grandes letras de molde la tapa de Clarín del 21 de julio.  “El Ejército obtuvo una de sus más fulminantes victorias”, sostenía la agencia oficial Telam. Efectivamente, en los planes militares el PRT-ERP era calificado como “Oponente Activo de prioridad 1” y la militancia perretista tachada de “irrecuperable”. Miles de militantes y simpatizantes de esa organización permanecen como desaparecidxs, fueron asesinadxs, debieron exiliarse, o pasaron largos años de prisión política en condiciones aberrantes.

La caída de la dirección histórica del PRT-ERP fue un duro golpe, no sólo para su organización, sino también para el campo del pueblo que enfrentaba la ofensiva de la burguesía local y el imperialismo, que buscaban aplastar todo tipo de resistencia a su programa de reestructuración capitalista. 

En estos días, de brutal ofensiva derechista, de ajuste, represión y reivindicación abierta de los genocidas y su programa, sentimos fuerte la ausencia de estos compañerxs, de nuestros treinta mil, de aquella generación rebelde, hija de las resistencias, de las puebladas y Azos que cruzaron al país de punta a punta, y de las inspiraciones que venían de Cuba, Vietnam o del Mayo Francés. Todavía sentimos la marca del genocidio en esta realidad política marcada por el “realismo capitalista”, el conformismo y la apatía. Por eso resulta vital recuperar a quienes nos antecedieron en la pelea por una Argentina y un mundo sin explotadores, ni explotadxs, sin opresión de ningún tipo. No para repetir lo irrepetible, pero sí para saber que ellxs también viven en las batallas actuales, en los derechos que aun conservamos y en la voluntad de seguir luchando por la revolución y el socialismo.

Mario Roberto Santucho, Liliana Delfino, Domingo Menna, Ana María Lanzilloto,  Jorge Benito Urteaga, Fernando Gértel,

¡Hasta la Victoria Siempre!

¡La sangre derramada, jamás será negociada!

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