por Lucas S
Mauricio Macri volvió recargado en forma de Milei, a nivel nacional, con su primo Jorge, en CABA y quiere hacerlo también en Boca como vicepresidente de Andrés Ibarra. El intento de retorno a Boca no es casual, quiere recuperar el negocio que lo catapultó a la primera plana de la escena política. El fútbol es uno de los negocios más lucrativos en la actualidad, basta con ver los sueldos de los futbolistas, los contratos de los sponsors y la pauta televisiva. Siendo Boca el club más grande de la Argentina, el valor que se juega es muy alto. Macri viene también por eso, pero no es lo único ni lo más importante que se juega en esta elección, la disputa principal está entre un Boca pensado como club deportivo, de lxs socixs, o como sociedad anónima, como empresa.
El juego judicial de las elecciones
Si hacemos un recorrido rápido de los acontecimientos que nos llevaron hasta acá, tenemos que comenzar con el corrimiento de las elecciones. Las elecciones en Boca estaban pactadas para el 2 de Diciembre pero una primera movida judicial, gestada evidentemente desde el Macrismo, hizo que se postergaran un día, para el domingo 3. El club había decidido hacer las elecciones el sábado para que los socios del interior puedan viajar a votar, volver a sus casas el domingo con tiempo y así no perjudicarlos en sus trabajos. A la oposición le importó muy poco esta consideración. La maniobra consistió en presentar una denuncia por discriminación a la comunidad judía, al realizar la elección el mismo día en que se festeja el Shabat ya que, quienes honran esta celebración, se ven imposibilitados de hacer varias actividades, lo que les perjudicaría a la hora de ir a votar. Si bien el motivo del reclamo parece razonable, apenas uno se pone a indagar un poco aparecen las irregularidades.
En primer lugar, no es menor destacar que el poder judicial de CABA es quien tomó este reclamo, poder judicial que está directamente vinculado con Macri y que ya ha perjudicado a Boca en otras oportunidades, como a principios de año con la clausura, y posterior limitación en su capacidad, de la tercer bandeja sur, por supuestos riesgos de derrumbe. En segundo lugar, la denuncia fue realizada por vía telefónica y la fiscal decidió intervenir sin ratificar la misma y sin verificar la identidad de los 5 denunciantes. Luego se convocó a una audiencia donde ninguno de los denunciantes se hizo presente. Y finalmente, tres de los denunciantes reconocieron no haberse enterado de que estaban implicados en la denuncia, es decir, que alguien usó sus nombres sin su consentimiento.
Esto no quedó simplemente así porque lo que más le preocupaba al macrismo era ganar tiempo y generar tensión en el club. Después de la denuncia armada con la excusa judía, empezaron a señalar anomalías en el padrón electoral. La acusación apuntaba contra los 13.000 nuevos socios que habían pasado de adherentes a activos en esta última gestión. Argumentaban que estos socios habían accedido a la categoría de activos de forma irregular y que implicarían votos para el oficialismo. Por lo tanto, exigían que los bajen del padrón. Pero, igual que con la causa anterior, comenzó a notarse el armado judicial detrás de esto.
Quien tomó la causa fue la jueza Alejandra Abrevaya. ¿Quién es Abrevaya? Es hermana del ex legislador en CABA por Juntos por el cambio, Sergio Abrevaya. Esto quedó expuesto hace unos días con una foto de un festejo de Pascuas en familia que había publicado el mismo Sergio en sus redes sociales y donde se lo ve junto a su hermana Alejandra. El vínculo no podría haber sido más evidente.
Además, Flavio Azzaro reveló que este personaje, que tiene a su hermana interviniendo a Boca por irregularidades en el padrón de socios, pasó a ser de socio activo el 14 de febrero de 2019, sin pasar previamente por ser adherente (pasos necesarios para cambiar de categoría) y en plena gestión macrista a cargo de Angelici. Es decir, los mismos que llevan la causa por anomalías en los nuevos socios del club, comenzaron a ser socios activos de forma irregular gracias a la anterior gestión macrista. Claramente algunos favores les deben a la oposición actual y se los están devolviendo.
Pese a las evidentes pruebas sobre los vínculos familiares y políticos de la jueza, su relación con el macrismo y todo el armado judicial, lograron su objetivo. Las elecciones en Boca se suspendieron por medio de una medida cautelar de Abrevaya. Dada esta secuencia de hechos que denotaba una clara relación de ella con la oposición, Boca recusó a la jueza por falta de imparcialidad y fue apartada de la causa. Pero, como si todo lo relatado hasta ahora fuera poco y para demostrar la impunidad con que opera el macrismo en la justicia, luego de la salida de Abrevaya, la causa le cayó por casualidad a Analía Romero. Otra vez se repitió la misma situación, Romero había sido habilitada como socia activa junto a su familia en 2013, cuando ya había cerrado la inscripción, sin haber sido adherente y en medio del mandato de Angelici. Parece que nos toman el pelo. La jueza terminó excusándose por estos motivos y para evitar cualquier tipo de parcialidad en el tratamiento de la causa. Después pasó fugazmente por el Juzgado Civil 36, a cargo de Sebastian Font, pero rápidamente la cámara civil desestimó la recusación que había presentado Boca y el expediente volvió nuevamente a manos de Abrevaya.
En el día de hoy la cámara se expidió al respecto y revocó la medida cautelar presentada por Abrevaya. Por lo tanto, las elecciones podrían hacerse el domingo 17 de diciembre con el padrón completo, sin descartar a los supuestos socios irregulares. El motivo del fallo es no poder cuestionar el pase a la categoría de activo porque es un procedimiento discrecional que no sigue ninguna regla y, en el caso de querer denunciar este cambio de categoría, debería haberse hecho en el momento en que pasaron a activos, habiendo transcurrido un año desde dicha instancia, ya tienen su derecho al voto asegurado.
Datos y declaraciones confusas, complicidad presidencial e intervención judicial
Con el correr de los días algunos datos y declaraciones fueron evidenciando aún más el juego judicial. De los supuestos 13.000 socios que habrían pasado a activos de forma irregular, se deschavó que 4.189 habían accedido a dicha categoría durante la gestión de Angelici. Seguramente este dato se le escapó a la oposición. Así que ahora el problema se redujo en casi un 30%, son solo 8.811 socios. Por otro lado, se recuperó un balance de la evolución de socios del club que había publicado Angelici en sus redes y que daba un crecimiento de 51.473 en 8 años. En una conferencia junto a Macri hace unos días, Andrés Ibarra declaró que esos datos eran falsos y que en realidad el aumento de socios había sido de 29.800. La aclaración de Ibarra oscurece aún más la situación porque si casi 30.000 socios en 8 años resulta un número razonable para el crecimiento del club, los 13.000 u 8.811 que se les están reclamando al oficialismo en estos últimos dos años estarían dentro de la evolución lógica de socios del club.
Por otro lado, no faltó la complicidad del nuevo presidente. Esta semana la cuenta de X (ex twitter) “La Macrineta” le pidió, como haciendo un chiste, a Javier Milei la motosierra para terminar con el populismo en Boca. La respuesta no se hizo esperar, en menos de una hora el libertariano les respondió que cuenten con “la herramienta”, con su apoyo. La estrategia de Macri no es casual, comenzó postergando las elecciones para ganar tiempo y tensionar la interna de Boca, especulando con que se hagan una vez que asuma el nuevo gobierno afín. Luego intentó bajar una cantidad de socios del padrón que le podrían jugar en contra. Y hasta pretendió intervenir judicialmente el club.
Lo dijo Juan Román Riquelme en una de sus intervenciones en la concentración de la semana pasada: “… no podemos dejar de ninguna manera que nos intervengan el club. Es lo que quieren. No se dejen comer la cabeza con otra cosa que con eso. El señor va camino a intervenir nuestro club”. Esto es muy preocupante no solo para Boca sino para el fútbol argentino y todos los clubes del país. Ya hay precedentes de intervenciones, como en la AFA cuando la votación salió empatada 38 a 38 o en Independiente cuando también se postergaron las elecciones durante el mandato de Moyano. La intervención en este caso podría paralizar al club, implicaría límites e impedimentos para la incorporación de un nuevo técnico, de refuerzos y del funcionamiento normal de la institución. Pero no es esto lo más riesgoso, lo que se juega es la privatización del club. La intervención es solo un paso para que el macrismo vuelva a Boca y así pueda impulsar su proyecto empresarial de hacer de Boca una sociedad anónima. Igualmente con el rechazo de la cámara a la cautelar, la intervención es menos probable.
Esto no es nuevo, es una intención que siempre ha tenido Macri pero que ahora se robustece de la mano del nuevo presidente de ultraderecha. El programa de gobierno de Milei contempla grandes privatizaciones y, entre ellas, ya expresó que respalda y promueve la privatización de los clubes de fútbol. Apenas lo dijo, a los pocos días, gran parte de los equipos de Argentina sacaron declaraciones manifestando su rechazo a convertirse en sociedades anónimas. Este modelo empresarial del deporte es el que funciona en Chile, país ejemplar dentro de la perspectiva del nuevo presidente, y priva a los socios de poder tomar decisiones sobre la gestión de su club. Los equipos no están en manos de los hinchas, que son quienes en verdad acompañan y hacen existir al club, sino que son propiedad de un puñado de empresarios que no suelen ser fanáticos de los equipos y que solo les importa hacer su negocio a costa de la pasión de los hinchas.
La posibilidad de que Boca pase a manos privadas sería un precedente muy malo para el fútbol argentino. Implicaría el comienzo de una privatización masiva de los equipos y el fin de los clubes de socios. Lo que hay que defender y respaldar es que los clubes son de los hinchas que siguen los partidos, que van a la cancha, que acompañan desde la pasión y no por un interés comercial. Además, los clubes no son solo de fútbol, integran muchísimos deportes que suelen quedar invisibilizados pero que son parte de su vida diaria e identidad. Por no mencionar, el rol popular que ocupan los clubes en los barrios, incentivando a los chicos a integrarse, jugar y a sentirse parte, alejándolos de la calle, de situaciones de violencia y de consumo. Claramente esta función del club, junto con la diversidad de deportes que no son tan lucrativos como el fútbol, no serían tomadas en cuenta por un modelo empresarial. No hace falta llegar a ser una sociedad anónima para ver estas prácticas, alcanza con repasar las políticas de Boca durante la gestión macrista y tomar nota de la falta de inversión de otros deportes, del fútbol femenino, etc.
Los hinchas saben lo que se juega en esta elección, por eso es que ya han habido salidas a la calle en defensa de Boca. La primera fue el 28 de noviembre cuando se ponían en jaque las elecciones y la segunda fue el 3 de diciembre cuando ya se había confirmado su suspensión. Ahora se espera que el 12 de diciembre, el día del hincha de Boca, las y los bosteros vuelvan a salir a la calle a festejar y a defender al club.
Hay que llenar las calles
El club es de los hinchas
No a la sociedad anónima