El Mecha

¡Qué difícil y qué fácil es evocar el 2001 hoy!

Difícil, porque volvieron todos. Todas las ratas ajustadoras, neoliberales que el pueblo echó en 2001 están de vuelta. Y hasta sacaron muchos votos ¡mirá vos! Volvieron a tener palabra los que recortaban sueldos, jubilaciones y querían privatizar hasta el aire. Volvieron, ellos, ellas y sus orgullosos descendientes. Los que al fin se sacudieron la vergüenza de reivindicar el saqueo menemista y al gobierno del corralito, estado de sitio y represión de Chupete De la Ruina. Acá están, gobiernan de nuevo. Los nombres se repiten. Y trajeron la misma receta, gastada, rancia. Ya ni siquiera te la maquillan con patillas o globitos ¡Apesta! Al fin encontraron su candidato los que en 2001 metían la feta de salame en un sobre.

Ahora ¡qué fácil es evocar al 2001 hoy! Parece un déjà vu. Un círculo eterno de la repetición: como tragedia y como farsa, diría don Karl. Mucho Miami, mucha farándula platinada, pizza con champagne y el consumo de baratijas como placebo social generalizado. Mientras, el sordo ruido de la crisis cruje de fondo como ese tic tac que ya es parte del sonido ambiente. Y la memoria nos trae el eco de los gritos que parecen mudos, de esas batallas contra los molinos y el cinismo en cadena nacional que pide siempre un sacrificio más. Alrededor, la rutina del desconcierto y el escepticismo. Pareciera que duran mil años más.

Pero, justamente, el 2001 nos enseñó que en algún momento llega el “por fin ¡Basta!”, que todo lo sólido se desvanece en el aire, que los ríos subterráneos también llegan al cauce y que los helicópteros son útiles para sacar la basura. También nos enseñó -aunque después muchos se olvidaron- que al neoliberalismo no se lo derrota en las urnas, sino en las calles. Que el “realismo político” es la comodidad de los que no se juegan más que un asiento en la rosca grande o chiquita. Y que la dignidad se construye de a muchos. Para la próxima… juicio y castigo para todos, investigamos la deuda y expropiamos a los saqueadores.

24 años de aquel diciembre de 2001, cuando un pueblo, armado de piedras y cacerolas expulsó a Cavallo, de la Rúa y todo su programa de ajuste y entrega. 24 años del asesinato estatal de 40 compatriotas, cuyos crímenes siguen clamando por justicia. ¡24 años! Pasó un montón, pero parece que fue ayer ¿O es hoy?

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