Corría el lejano 1855 y en la coqueta y moderna ciudad de Buenos Aires nacía uno de los más famosos enemigos del pueblo trabajador, el coronel Ramón Falcón. Reconocido por su “mano de hierro” para intervenir (reprimir) conflictos sociales, Falcón llegó a la jefatura de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires luego de haber sido diputado nacional, participado en la Campaña del Desierto y de haber sido el primer egresado del Colegio Militar fundado por Domingo Faustino Sarmiento.
Ya al frente de la policía, fue el encargado de ponerle fin a la famosa “huelga de inquilinos” o “huelga de las escobas” que en 1907 iniciaron cientos de familias que vivían en los conventillos porteños (al que luego se plegaron inquilinos de distintas ciudades de la provincia de Buenos Aires e incluso Rosario) para reclamar por las condiciones de sus viviendas y por un impuesto municipal que encarecía sobremanera los ya altísimos alquileres de las familias trabajadoras. Entre sus reclamos, además, se incluían la reducción de la jornada laboral a 8 horas y aumentos salariales. Para “poner orden” a esta situación, que empezaba a descontrolarse, Falcón ordenó el desalojo de cientos de familias y una salvaje represión que terminó con el asesinato de Miguel Pepe, un anarquista que formaba parte de la Huelga.
Por aquellos años, Buenos Aires era el epicentro de la organización de miles de obreros y obreras, y las organizaciones anarquistas tenían un rol protagónico que Falcón tenía la tarea de eliminar. Así fue que en el acto por el día del trabajador de 1909 organizado por la FORA (Federación Obrera Regional Argentina) en la plaza Lorea, Falcón dio la orden de reprimir sin piedad a las cientos de familias que participaron del acto, dejando más de 15 muertos (algunos estiman que fueron muchos más) y cerca de 80 heridos. Lejos de apaciguar el clima, las protestas se multiplicaron pero la represión no cesó, y esa semana las muertes a manos de la policía continuaron, por lo que esa semana de mayo quedó grabada en la historia como La Semana Roja.
Pero la vida de Falcón tenía una sorpresa por delante ya que el 14 de noviembre de 1909, el militante anarquista Simón Radowitzsky interceptó el vehículo en el que se trasladaba y arrojó una bomba que vengó con la vida de Falcón la de todos sus compañeros y compañeras asesinados.
QUE CIEN AÑOS NO ES NADA
Un siglo después, en la misma ciudad donde nació Falcón, nacía la flamante Ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Su historia es más o menos conocida: militó en la Juventud Peronista en la década del 70, luego se exilió en Brasil para volver a nuestro país a mediados de los 80 en los que participó en diversos espacios vinculados al peronismo. Ya en los 90 fue elegida diputada nacional integrando las filas del menemismo, a fines de los 90 integró la ALIANZA que llevó a la presidencia a Fernando de La Rúa (del cual fue ministra), después fue parte del pro, Cambiemos, Juntos por el cambio, Ministra de Seguridad de Mauricio Macri y actualmente es integrante de La Libertad Avanza y nuevamente Ministra de Seguridad, pero de Javier Milei. Así como Falcón hace 170 años participaba de la campaña del Desierto (el genocidio de pueblos originarios encabezado por el General Roca para apropiarse de extensos territorios de la Patagonia), Patricia como Ministra de Macri tuvo un rol clave en la persecución al pueblo mapuche. Durante su gestión se produjo la represión ilegal que llevó a la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado a manos de gendarmería nacional y el asesinato de Rafael Nahuel en manos de la Prefectura Naval. Pero para Bullrich hoy reina la impunidad y, lejos de verse afectada política o judicialmente por esos casos, volvió a estar al frente de las fuerzas de inseguridad, y esta vez de un gobierno abiertamente represor. Desde la llegada a su cargo, se ocupó de reprimir indiscriminadamente a jubilados y jubiladas, de defender a un policía que tiró gas pimienta sobre una nena de 7 años, de reprimir a personas y/o familiares de gente con discapacidad, y de defender a como dé lugar a los responsables de que el fotógrafo Pablo Grillo siga peleando por su vida tras recibir el impacto de una granada de gas disparada directamente sobre su cráneo (a Bullrich solo le faltó decir que Pablo cabeceó deliberadamente la granada).
170 TAMPOCO
Si algo no es Patricia Bulrrich, es ser tonta, por eso no es ni casual ni ingenuo que a principios de noviembre haya decidido volver a nombrar con el nombre de Ramón Falcón a la escuela de la policía federal. Patricia sabe que, al igual que hace 170 años, el malestar social está en ascenso. Sabe, porque lo planifica su gobierno, que el hambre y la pobreza van a seguir en aumento, que la reforma laboral que quieren imponer nos va a llevar a aquéllas jornadas donde se peleaba por las 8 horas de trabajo, que los planes del FMI y los grandes empresarios son seguir endeudando al pueblo argentino para seguir engordando el patrimonio de algunos empresarios, sabe que este gobierno, como el de Mauricio Macri y como todos los que necesitan del trabajo de los pobres para generar la riqueza de los ricos, solo se sostiene con miedo y represión.
Será cuestión entonces de seguir en las calles, de mejorar y hacer crecer la organización popular y colectiva, de seguir leyendo y aprendiendo de quienes lucharon por nosotros y de hacerle saber al poder, que así como ellos reivindican a Falcón, nosotros seguiremos levantando las banderas de quienes nos antecedieron en la defensa y conquista de nuestros derechos.