Hay que aprovechar la debilidad del gobierno para pegar con un solo puño y que se vaya. Sin ninguna expectativa en los eventuales “golpes de palacio”, debemos derrotar las políticas de ajuste y saqueo con organización y movilización callejera, para que un eventual recambio no sea continuidad de estas políticas. Los espacios autónomos y amplios de debate y toma de decisiones son los pilares para plantear una agenda propia de los sectores populares.
Llamamos a todas las organizaciones que se reconozcan de izquierda, progresistas y populares a construir esta orientación.
- Contra la injerencia imperialista, por la soberanía.
- Contra el narco-gobierno femicida, por la organización popular en los barrios y los derechos de mujeres y diversidades.
- Contra las políticas de ajuste, hambre y enriquecimiento para pocos, por presupuesto para garantizar derechos, jubilaciones, educación y salud pública.
Luego de la derrota electoral del gobierno nacional en la Provincia de Buenos Aires, se abrió un debate tanto al interior de la derecha como en el campo popular sobre el futuro del gobierno de Milei. Por un lado, los sectores ligados al poder económico, a través de sus principales medios de comunicación, comenzaron a despegarse al menos parcialmente del gobierno y ensayan un discurso de “transición ordenada”. Esta política se consolidaría con el ascenso de algún dirigente político que pertenezca al ámbito institucional legislativo, y estaría comandada por gobernadores provinciales y una amplia alianza desde la derecha hasta sectores del peronismo. Por otro lado, estamos quienes pensamos que el gobierno de Milei no puede durar un día más y que hay que aprovechar el momento de debilidad para golpearlo con un solo puño. En lo que sigue compartimos las razones que nos impulsan a llevar adelante esta orientación.
Milei es hambre, saqueo y violencia
El interés de este gobierno, en sus propias palabras, es refundar la Argentina bajo bases neoliberales y autoritarias. Desde el día que asumió hemos visto un aumento aún mayor que en el período anterior del hambre y la indigencia. A su vez, desmanteló todas las políticas sociales y liberó nuestros barrios populares al narcotráfico y las iglesias evangélicas de derecha. Lejos de ser un error o un “estado ausente”, la orientación estatal encabezada por La Libertad Avanza es una política planificada. Se eliminaron los programas de empleo, se avaló la destrucción de PyMEs y de la industria nacional a la par que se legisló el ingreso de productos extranjeros casi sin tasas impositivas, el lavado de dinero a gran escala y la fuga de dinero afuera del país por parte de los argentinos que pueden.
El objetivo de este gobierno es profundizar el camino del anterior gobierno liberal de Cambiemos e ir por la triple reforma (laboral-previsional-impositiva). Como si no fuese suficiente con la Ley Bases y el Decreto 70/23, las clases dominantes buscan una reforma laboral que permita barrer derechos históricos de la clase trabajadora construidos con la lucha. También, buscan dinamitar el sistema público de jubilaciones, primero vaciándolo y condenando a miles de personas jubiladas a vivir en la pobreza, para luego proponer un sistema privado.
Además, el gobierno encabezó un discurso de odio hacia las mujeres y disidencias desde el comienzo de su campaña y lo llevó al plano internacional como discurso estatal en encuentros como el de Davos el verano pasado. Las consecuencias de eso son claras. El reciente triple narcofemicidio muestra los efectos de las políticas de odio como también expresa la situación de pobreza estructural de las mayorías populares, la manera en que afecta específicamente a las mujeres y la cooptación de nuestra juventud por las redes narco, al mismo tiempo que nos enteramos que el principal candidato del gobierno en las próximas elecciones tiene vínculos con estas redes. En el mismo sentido, el último doble femicidio en Córdoba practicado por un militante libertario, expreso seguidor de las ideas de los ideólogos oficiales Agustín Laje y Nicolás Márquez, es otra fotografía de las consecuencias de su narrativa y sus políticas.
Mediante el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y su política pro colonial hacia Estados Unidos, el gobierno de Milei negocia nuestros bienes comunes, profundizando el extractivismo y el despojo que empobrece la vida en el territorio, poniéndolos incluso como garantía de la deuda al mismo tiempo que propone que Argentina vuelva a tener bases militares estadounidenses.
Pero para conseguir todo esto, el movimiento popular organizado debe sufrir una derrota de largo alcance. Aunque fragmentado y disperso, es ese movimiento el principal impedimento para la implementación cabal del modelo. Por eso, sufrimos el procesamiento de dirigentes sociales y políticos de distintos espacios, en principio contra el movimiento piquetero, y luego llegando a figuras como la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Cifras históricas de personas detenidas en manifestaciones, encarceladas durante más de un mes por ir a una movilización, represión sostenida a jubilados y jubiladas durante todos los miércoles del último año son hechos a los que pretenden acostumbrarnos.
A cada día de su gobierno todas estas medidas se profundizan produciendo muerte, saqueo y violencia en la sociedad argentina. Si en solo dos años de gobierno lograron avanzar en estas dimensiones, no podemos permitirles dos años más. Como indican las últimas noticias, cuentan con el apoyo del gobierno de Estados Unidos para llevar a cabo su plan, con el compromiso de Trump rescatar a Argentina directamente desde el Tesoro del país imperialista. Por ello, ante la pérdida de credibilidad social del modelo, debemos golpearlo, no permitirle que gobierne y crear condiciones para que se tenga que ir y que el recambio no sea una continuidad “con buenos modales” de sus políticas nefastas.
Se tiene que ir Milei y el conjunto de su modelo
No tenemos que confundirnos: la hipótesis que plantea que Milei se vaya mediante un recambio institucional o un “golpe de palacio” con las calles vacías es funcional a los intereses del poder real de nuestro país. La derecha tiene la capacidad de adaptarse a los distintos escenarios sociales. Como el resto del pueblo argentino, percibe que la legitimidad del gobierno ya no es suficiente y en caso de una crisis de magnitud, prepara su salida, ordenada y orquestada desde arriba.
Desde nuestra perspectiva, Milei es la representación de un modelo neoliberal autoritario y un intento de refundar Argentina sobre esas bases pero no es la única representación posible de lo mismo. De echarlo a él y no crear condiciones para una salida popular, corremos el riesgo de que ese modelo continúe en mano de Villaruel, el PRO o algún sector del peronismo provincial. Todos ellos son espacios políticos que pese a sus peleas o discusiones públicas, han gobernado en el mismo sentido y que le han prestado los votos en el Congreso para sus políticas de ajuste y saqueo.
Por eso las propuestas de “no hacer olas” hasta las elecciones o cifrar expectativas solamente en los resultados electorales son equivocadas. La movilización callejera, la huelga general y las tomas de edificios son el método que mejor permite al pueblo organizarse y condicionar una agenda para quien gobierne. En estas acciones, la clase trabajadora y los sectores populares nos fortalecemos al reconocer nuestras propias capacidades. A su vez, construimos espacios autónomos de debate y decisión sobre los destinos del país. Así se crean las condiciones para manifestar masivamente el rechazo al gobierno y plantear la necesidad de su salida, pero también son una oportunidad para que los sectores populares planteemos una agenda propia que organice nuestra lucha para cualquier otro posible gobierno entrante.
Desde nuestra organización, planteamos que el protagonismo popular es el camino para echar al gobierno y proponer una salida a la crisis en su conjunto. A la par que decimos que Milei no puede gobernar un día más, vemos necesario construir en todo el territorio argentino espacios de deliberación y decisión de la clase trabajadora que nos permitan reagruparnos, construir colectivo y enfrentar con un solo puño este modelo.
La moneda está del lado del pueblo
Los sectores de poder, con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, van a intentar que este gobierno termine su mandato. Incluso, en el caso de que no puedan lograrlo, preparan un plan alternativo para que se discutan personas y no el modelo político y económico. Posiblemente este sea el escenario durante los dos próximos años. A partir de ese análisis, tenemos que decidir cómo actuar.
Es cierto que los sectores de izquierda no contamos con una alternativa unitaria de lucha que tenga una estrategia verosímil de poder para gobernar el país y plantear una salida a la crisis. Sin embargo, eso no nos tiene que impedir militar la salida de este gobierno y su modelo. En primer lugar, porque existen más condiciones para construir una alternativa política a partir de un pueblo organizado que enfrente al modelo neoliberal autoritario en las calles, barrios, lugares de trabajo y estudio. En segundo lugar, porque aún cuando el pueblo no haya logrado tener la suficiente fuerza para ser una alternativa de gobierno, existen muchos escenarios intermedios donde puede convertirse en un actor que condicione las políticas del gobierno entrante o que tenga capacidad de propuesta y acción.
Ya sabemos lo que Milei y su narcobanda vinieron a hacer en el país y quiénes lo apoyan. También, sabemos que ya no cuentan con la legitimidad social del principio de su gobierno. En el último mes perdieron las elecciones provinciales en el principal distrito electoral por un amplio margen de diferencia, Espert tuvo que bajar su candidatura por sus vínculos con el narcotráfico, recibieron el repudio social por las coimas del 3% de Karina Milei y tuvieron que cancelar visitas en muchas provincias en el marco de su campaña electoral. Estas son fotografías superficiales que expresan un hartazgo popular mucho más profundo: lxs argentinxs cada vez trabajamos más y somos más pobres, mientras vemos cómo regalan nuestras riquezas y bienes comunes a los dueños de todo.
La moneda está del lado del pueblo. Es momento de reagruparnos, discutir con las mayorías sociales y generar una resistencia ante este modelo de miseria y represión.