El gobierno de Milei y la Libertad Avanza afronta una de sus semanas más sensibles. Sus promesas de crecimiento económico, inversiones y liberalización del dólar al momento no logran efectivizarse dejando descontento tanto a sectores populares como a patronales. En paralelo, la difusión de las coimas de Karina Milei evidencia la corrupción del modelo de cara a las mayorías sociales y crece el repudio a las caravanas del gobierno. Para lograr su victoria electoral, la subjetividad fascista que intentan construir logró hacer mella en amplios sectores sociales. Sin embargo, su modelo político está todavía lejos de poder implementarse como ellos sueñan.

Su intento de reestructuración capitalista: quieren que trabajes más por menos plata

El mundo transita una fase de estancamiento económico con consecuencias directas para nuestro país y continente por lo menos desde el 2012. Este es un largo período con tendencias recurrentes a la crisis. Sin embargo, en su base permanece el mismo problema: la economía no logra entrar en crecimiento y la tasa de inversión es baja, en especial la de origen privado. Además, a diferencia de otros años electorales, está ausente cualquier tipo de inversión pública que genere alguna forma de política anticíclica.

Por ello, pese a las reformas profundas ocasionadas en la Ley Bases, la reestructuración capitalista que busca el establishment no se termina de producir. Aún con la brutalidad de la reforma de hecho que significa la Ley Bases y el congelamiento de salarios, paritarias y jubilaciones, no logra ser suficiente para atraer las inversiones extranjeras y nacionales que el gobierno desea para relanzar un ciclo de acumulación. Parte de los sectores patronales esperaban que luego de esa victoria el gobierno acelere con una salida al control de cambios y desarrolle la legalidad de las reformas de estructuración capitalista (provisional, de salud, educación, laboral). Pero incluso cuando desde nuestro campo no logramos presentar un fuerte bloqueo a estas políticas, el gobierno decidió no avanzar por esta vía por miedo a un desastre económico de magnitud.

Las patronales buscan un relanzamiento de la acumulación que les permita reformular la relación entre capital y trabajo a nivel local. Sin embargo, las condiciones para ello todavía no son logradas. La disyuntiva se presenta entre si el gobierno por decisión autónoma puso freno de mano a su programa de reformas o si responde a una limitación internacional al financiamiento externo que lo condiciona. Es decir, si aún con una serie de reformas estructurales realizadas, existe un contexto internacional que de todas maneras no permitiría ese ciclo de inversiones con el que sueñan. Sumado a ello, desde Julio la Argentina tiene un bajo ingreso de dólares, por lo que se agudiza la crisis cambiaria.

La inversión directa disminuyó mucho desde la crisis del 2008, las patronales se concentraron y orientaron a adquisiciones y no se pusieron muchas fábricas nuevas. La región sudamericana es una de las más perjudicadas por este fenómeno. Pese a esto, otros países de la región tienen mayores niveles de inversión que la Argentina, debido a la inestabilidad y al problema de la falta de dólares. Por su lado, el empresariado local tampoco invierte. Como la inversión es baja, la respuesta del gobierno es aumentar la tasa de interés para que los capitales no se vayan al dólar y produzcan una devaluación de la moneda. Las tasas altas son la contracara para mayoristas y minoristas por la merma de la inversión. El gobierno está metido en un problema ahora: no puede bajar las tasas porque corre el riesgo de generar un fuerte desequilibrio económico. Con la apertura parcial del cepo, le cuesta más sostener las tasas bajas y el carry trade que desarrolló durante el año pasado.

Claro que las razones no son solo económicas sino fundamentalmente políticas. ¿Por qué los grandes empresarios invertirán a 20 años si la situación social es inestable? ¿Si el gobierno de Milei cada 2 meses tiene un escándalo de corrupción público y es repudiado en sus caravanas? Para que sus planes marchen hacia adelante, el gobierno debe consolidarse políticamente, dinamitando la capacidad de acción de la clase trabajadora y construyendo acuerdos a largo plazo con el resto de las fuerzas políticas.

El modelo de dominación política de Milei es inestable

Partiendo de un análisis económico general, es necesario analizar la cuestión política como elemento central de la coyuntura y del periodo abierto por Milei. Éste logró una victoria electoral y política que implicó una rápida ofensiva capitalista en el contexto de un sistema político roto. El retroceso obrero y la crisis del sistema político de representación son el fundamento base para su victoria. Allí nace parte de la contradicción: los elementos que le dieron origen al período libertario siguen estando presentes pero no logró condensar políticamente ese triunfo ya que no termina de consolidar un sistema estatal de dominación, elementos que sí pueden verse en otros momentos de fuerte ofensiva liberal como ocurrió con el menemismo y la convertibilidad. Menem consiguió estabilizar y condensar los problemas políticos e inflacionarios que explotaron en diciembre de 1990 a riesgo de dejar afuera de su modelo social a una gran masa de argentinos y argentinas pobres.

El intento de modificar Argentina por parte del proyecto libertario es estructural. Desde su asunción, existió una enorme transferencia de recursos de los sectores populares a los grupos concentrados, acentuando el camino de empobrecimiento que viene por lo menos desde el 2015 hacia esta parte. Sin embargo, el planteo de la reestructuración es mucho más profundo. La intención es dinamitar la capacidad de organización de la clase trabajadora atacando a sindicatos y movimientos sociales y crear un ciclo de crecimiento económico a la medida de las patronales con otro andamiaje institucional. Sin embargo, pese a sus intenciones, el modelo de Milei es inestable y su futuro a mediano plazo incierto. Distinto sería el escenario si ocurriese una reforma del estado bajo un nuevo modo de integración/exclusión de obreros, sectores populares, elementos que posiblemente se jueguen después de las elecciones con mayor claridad sobre la fuerza del gobierno nacional en cada provincia y territorio. Lo que podemos afirmar hoy por hoy es que la situación a partir de principio de año mostró un panorama más inestable. El gobierno encontró límites al avance en determinados aspectos. Si bien no cambió el escenario de derrota y desmovilización general, se manifestaron las debilidades y obstáculos propios del gobierno.

Producto de la debilidad política de los últimos meses, a diferencia del año pasado donde lograba desarticular rápidamente los conflictos sindicales y sociales, el gobierno ha tenido que otorgan concesiones. Desde principio de año, a pesar de que no se revirtió de ma nera general el proceso de desmovilización hubo una reanimación del conflicto sobre todo teniendo en cuenta que hubo apoyo social a una serie de demandas y tensión en su propio campo: el conflicto de salud vinculado al Garrahan, la agenda nacional de la discapacidad, lxs jubiladxs y la educación pública son áreas donde el gobierno tocó núcleos de consenso social que lo deslegitiman en la medida que intenta avanza. Por citar un ejemplo, alcanza con comparar las luchas de los controladores aéreos del año pasado y de este donde se apostó por una resolución más ofensiva contra los trabajadores.

Todo el tiempo prevalece la duda de si esto explota o no, pero no termina de producirse la catástrofe tipo 75’ u 89’. Hubo momentos de devaluación (2014, 2019) pero que no implicaron una fuerte crisis económica. Lo que había caracterizado al gobierno para las grandes patronales fue la audacia al impulsar un fuerte programa de reformas, aunque con sus riesgos. Lo que estamos viviendo es la postergación de una explosión mientras el gobierno espera que se acomode la economía y la inversión reingrese con el paso del tiempo.

El ataque a discapacidad, el 3% y el repudio en las caravanas al gobierno

En relación a los últimos movimientos políticos, tuvo mucho impacto en el gobierno el ataque contra la discapacidad. Probablemente medir esto no sea tan sencillo ya que grandes porciones de la gente que está descontenta con el gobierno de Milei va a seguir expresándose con apatía política y posiblemente no voten. Los “arrepentidos de Milei”, en el contexto de desafección política, probablemente dejen de ir a votar.

La sensibilidad que se despertó con discapacidad, sumado al 3% de las coimas de Karina, es un antecedente positivo que se expresó en el repudio a las caravanas de Milei. El caso coimas es más cercano para la subjetividad y la opinión pública que el de $Libra, ya que el segundo fue una estafa para personas con capacidad de inversión en dólares en una moneda desconocida por lo que se vio más lejano a la realidad cotiana del pueblo argentino. Las coimas del 3%, como contracara, se visibilizan como un robo directo a lxs discapacitadxs.

En este panorama, aún no sabemos con precisión cuáles son las fortalezas y debilidades del gobierno. Las clases populares llegamos con una capacidad de movilización y acción debilitadas y no se enfrentó contra grandes luchas con las que medir su gobernabilidad. Aún así, casi sin convocatorias de la oposición, hay personas que espontáneamente se acercan, repudian y boicotean las caravanas del gobierno. Esto es sintomático de la situación político-económica.

Organizar el descontento y construir una alternativa política para las mayorías populares

Los momentos donde el gobierno expone sus contradicciones, evidencia su corrupción y la inestabilidad de su modelo nos tienen que servir para reagruparnos, organizar resistencias y discutir con el conjunto de la sociedad las consecuencias de este modelo.

El gobierno de Milei puede ser derrotado y es nuestra responsabilidad política como organizaciones revolucionarias hacer todo lo que esté a nuestro alcance. Sin embargo, es igual de importante discutir que sin intervención popular cualquier escenario de crisis del gobierno puede ser incluso canalizado hacia opciones autoritarias. Solo la participación popular puede garantizar imponer mejores condiciones a un próximo gobierno y construir una propuesta que ponga en el centro las necesidades populares.

La posibilidad de estabilización de su modelo, si bien no es imposible, depende de un escenario internacional muy inestable y sobretodo, de continuar con una baja capacidad de acción de los sectores populares. Con un pueblo organizado dispuesto a luchar, ninguna de sus medidas de ajuste y represión pueden mantenerse en el tiempo de manera duradera.

Para captar el descontento con el gobierno, es necesario construir una alternativa política para las mayorías populares. Difícilmente logremos organizar esa bronca repitiendo esquemas de los modelos de partidos tradicionales que nos trajeron hasta acá. Esta herramienta política podrá emerger con una perspectiva unitaria hacia todos los sectores que luchan contra el gobierno y su modelo autoritario.

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