En el actual contexto, donde el cambio climático y la crisis hídrica son hechos innegables (salvo para los negacionistas de ultraderecha), las decisiones de los gobiernos de diverso color político no hacen más que actuar en favor de los mercados y en detrimento del acceso de la población a un bien común vital como lo es el agua. 

En 2022, en un acuerdo impulsado por el entonces ministro del interior, Eduardo “wado” de Pedro, desembarcó en nuestro país la empresa estatal de agua de Israel Mekorot, la cual a través del Consejo Federal de Inversiones (CFI) habilitó diversos acuerdos entre dicha empresa y algunas provincias como Mendoza, Catamarca, La Rioja, San Juan, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz, Santiago del Estero, Formosa y Chubut. 

A simple vista podemos observar que muchas de estas provincias están en el corazón del territorio de la minería metalífera de gran escala, lugares semi deserticos en los que la escasez de agua limita la actividad y/o amplifica los conflictos con las comunidades que se oponen exclamando que el “agua vale más que el oro”. De acuerdo a especialistas que abordan estas temáticas, el vínculo extractivismo-estado-Mekorot no es casual, ya que viene a resolver el problema del agua a las empresas transnacionales que ya están instaladas en la Argentina.

Pero la incursión de Mekorot no se limita a dichas provincias. Recientemente, mediante un decreto de necesidad y urgencia, el gobierno nacional decidió privatizar la empresa pública AySA (Agua y Saneamientos Argentinos) que administra la red de agua potable y cloacas de la ciudad de Buenos Aires y de varios partidos del conurbano. Es entonces que nuevamente aparece el nombre de Mekorot. Desde la empresa israeli desmintieron la posible compra pero revelaron que vienen trabajando con AySA en la asesoría del manejo del recurso hídrico. Por lo tanto, a pesar del hermetismo, todo indica que Mekorot está operando en diversas regiones con las empresas estatales que disponen del manejo hídrico. Ahora bien, ¿Por qué tanta incertidumbre respecto al rol de Mekorot y su manejo con el agua? ¿Por qué no es posible acceder a esta información? 

A pesar de la falta de información sobre la letra chica de los convenios, es sabido que el objetivo de Mekorot está vinculado a la mercantilización y/o arancelamiento a través de la modificación de leyes y códigos de agua nacionales y provinciales. Pero quizá uno de los puntos más destacables es la cantidad de información que la empresa israelí termina recabando de las cuencas hídricas en Latinoamérica, en un contexto en el cual la geopolítica del agua se torna cada vez más importante a nivel mundial. Además, las comunidades que viven en los territorios quedan marginadas de cualquier decisión o consulta sobre sus bienes comunes, algo que deja entrever una política autoritaria y antidemocrática. Esta característica no es exclusiva del vínculo Mekorot con el estado argentino, sino que se replica en otros países del continente como México, Colombia, República Dominicana, Brasil, Chile o Uruguay.

Vinculado a esto último, debe destacarse uno de los puntos centrales del debate: el papel de la empresa israelí en la gestion del agua en territorio palestino. Sabido es que Israel y Palestina se encuentran ubicados en una región semidesértica, con escasez hídrica, lo cual hace que el control de acuíferos y ríos se tornen de vital importancia. Si bien la propaganda hegemónica destaca la eficiencia de su uso, y posiciona a Israel como un modelo de gestión (siendo Mekorot el ente técnico que lo ha hecho posible), lo cierto es que las fuentes de agua vienen siendo acaparadas desde 1967 para abastecer a la población israelí, en detrimento de la población palestina. De hecho, en la actualidad Mekorot tiene diversas denuncias por violar derechos humanos y por ser cómplice del genocidio y el apartheid que se lleva adelante sobre el pueblo de palestina. Muchas organizaciones internacionales denuncian el uso del agua como arma de guerra en Gaza. Por ejemplo, los habitantes palestinos de Gaza y Cisjordania tienen acceso a cantidades por debajo del mínimo recomendado por la ONU para todo uso, es decir, entre los 50 y 100 litros por día. Según la activista palestina Abeer Butmeh, en los casos más extremos, que suceden en el norte de Gaza, los palestinos reciben 2 o 3 litros de agua por día per cápita. 

Con este panorama es fundamental ser conscientes de que nuestro territorio posee bienes comunes codiciados por intereses económicos de todo el mundo, y que para evitar su privatización es imprescindible retomar la enorme historia de lucha de las comunidades del continente. Los mecanismos de despojo y segregación como los que implementa Mekorot no hacen más que abonar al extractivismo, destrucción y apropiación de nuestros territorios. 

A pesar de los reiterados y constantes intentos de entregarnos a las multinacionales nuestra fortaleza está en toda la lucha y resistencia de tantos pueblos y comunidades que se enfrentan al poder día a día, que lo hicieron ayer y que lo siguen haciendo hoy con organización colectiva y comunitaria. Tenemos que animarnos a tomar las riendas de nuestro propio futuro, proponiendo y ensayando formas que se alejen de las lógicas impuestas por este sistema capitalista, tenemos que mirar nuestro pasado y tomar lo mejor de aquellas experiencias de vida que supieron construir otras formas de estar en este mundo. ¿Por qué tiene que venir una empresa israeli como Mekorot a asesorarnos o directamente manejar el agua? El agua es de los pueblos, repetimos hasta el cansancio, por lo tanto son los pueblos los que tienen que decidir el cómo, el qué y el para qué y nada que vaya en contra de los intereses del conjunto puede ser aprobado por quienes se arrogan la representación nuestra, por más grande y poderoso que parezca el enemigo que tenemos enfrente, nada es imposible cuando los pueblos se organizan y pelean por lo suyo, la convicción del derecho de vivir en paz y con dignidad tiene que ser más grande que la codicia del poder que está destruyendo el mundo. 

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