Una de las críticas que se esgrimen contra el marxismo, sobre todo a partir de las nuevas teorías “decoloniales” consiste en criticarlo por su visión “europeísta” de la historia. Quienes se paran desde este campo, critican la idea del marxismo de querer elaborar una teoría universal sobre la historia y el capitalismo y terminan cuestionando que tan solo ha expresado un conjunto de teorías desde una perspectiva que no cuestiona el centro europeo y el Norte Global. En esta nota buscaremos polemizar a partir de algunas preguntas: ¿es el marxismo una teoría eurocéntrica? ¿Tuvo una visión lineal de la historia? ¿La nacionalidad de los padres fundadores del socialismo es un condicionante para la mirada que tuvieron sobre el capitalismo en su época? ¿Tenemos algo para recuperar los pueblos del Tercer Mundo?
Parte de estudiar el marxismo significa trabajar la totalidad de su obra y hacerlo de manera crítica. Comenzaremos con una polémica para quienes no se animan a criticar a Marx y Engels. En varios de sus primeros textos, aparece una limitada visión de la realidad social y las estructuras económicas que tiene sobre todo su base en Alemania, Inglaterra y Francia. Incluso, en el Manifiesto Comunista en reiteradas ocasiones se utilizan los conceptos “civilización” y “barbarie” en relación al desarrollo de las fuerzas productivas. También, en su texto sobre Simón Bolívar, Marx critica el “despotismo” de este líder revolucionario sin lograr comprender a fondo la realidad social latinoamericana y las batallas que se impulsan contra el colonialismo.
Sin embargo, en el transcurso de su obra y con la significativa mediación de la militancia política los textos posteriores dan cuenta de visiones más complejas. En principio, el tratamiento de la problemática de Irlanda, otras colonias del imperialismo inglés y las tareas del movimiento obrero de Inglaterra hacia la lucha independentista. En el trabajo Imperio y Colonia, escritos sobre Irlanda incluso Marx llega a citar al inca Dionisio Yupanqui, representante de pueblos originarios que frente a la corte de Cádiz brinda su perspectiva sobre la colonización: “Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”. Ernest Mandel, marxista belga de importante trayectoria militante ha dedicado parte de sus estudios a lo que Marx intentó describir como el “modo de producción asiático”, probando que estudió la India y China.
Ya en los Grundrisse y en El Capital aparecen con mucho más desarrollo las hipótesis sobre la internacionalización y el rol de la periferia en el capitalismo, el problema de la acumulación originaria como fundante del modo de producción y el rol de explotación a los países del Tercer Mundo. La importancia que se le da a la Conquista de América y la trata de esclavos en las colonias de África y Asia para explicar los orígenes del capitalismo, en especial en la época en la que escriben, sintetiza un punto de vista sumamente interesante. Contra la narrativa hegemónica de la modernidad que consideraba lineal para el progreso económico y social de la civilización, la cristianización y occidentalización de América Latina ubican la sangre, el genocidio y el saqueo más grande la historia de la humanidad como puntos fundantes de la sociedad capitalista.
Las traducciones de textos posteriores como los Cuadernos Kovalevsky y parte de Los Cuadernos de Londres publicados bajo el título Colonialismo -editados por la vicepresidencia de Bolivia a pedido de Álvaro García Linera- dan cuenta de estudios sobre otros temas más complejos. Allí estudia las prácticas españolas de uso de las tierras en las áreas conquistadas de América, de las Indias orientales inglesas e incluso sobre Argelia bajo dominación francesa, lugar donde Marx vive varios meses y mediante distintas cartas a su familia y su yerno podemos ver su fuerte crítica al racismo y a la mirada europea sobre las colonias.
Dos años antes de morir escribe una muy significativa carta a Vera Zasulich, maestra rusa que enseñaba marxismo -la cual se supone que tuvo su influencia sobre Lenin y Trotsky- donde le consulta por la revolución en Rusia y las formas de llegar al socialismo. Como bien indica Néstor Kohan en su texto Marx en su (Tercer) Mundo, nuestro filósofo-militante realizó 4 proyectos de borrador, uno de ellos de 30 páginas que hoy en día pueden leerse traducidos al español, para terminar contestando en una carilla. Allí, esboza una caracterización particular del lugar de Rusia dentro del capitalismo: “Rusia no vive aislada del mundo moderno; tampoco es presa de ningún conquistador extranjero, como ocurre con las Indias Orientales”. A la par, es muy cuidadoso con el “etapismo”. En su texto, sugiere que la organización comunal existente a nivel nacional en Rusia y que ese campesinado podría ser el sujeto que encabece una revolución sin la necesidad de pasar por el conjunto de las etapas lineales de desarrollo de las fuerzas productivas.
De todas maneras, la argumentación más sólida contra esta teoría que plantea que el marxismo es europeísta y tiene una visión lineal y económica de la historia reside en que el marxismo no es un movimiento que se resuma a los escritos de Marx y Engels sino que es una de las teorías y prácticas que más ha discutido hacia su interior los distintos posicionamientos y que se ha podido actualizar a la luz de la lucha de los pueblos. Por supuesto que Marx y Engels por su propia naturaleza y tiempo histórico no pudieron profundizar en determinadas temáticas. Lo que hicieron fue sentar bases sólidas para que exista un marxismo latinoamericano encabezado en principio por Mella y Mariátegui y continuado por el Che y por todxs aquellos que luchamos en cada rincón del Sur Global contra el capitalismo y el imperialismo. Todos los días intentamos discutir de manera crítica con todas las corrientes e incluso con nuestros propios supuestos. Esa es la gran diferencia del marxismo con el resto de las corrientes. Buscamos, todo el tiempo, ser anti-dogmáticos.
Fuente: Agitación https://agitacion.lat/marx-el-eurocentrismo-y-la-periferia/