Se cumplen 97 años del primer nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna. Casi de casualidad nació en la ciudad de Rosario, pero durante su primera infancia peregrinaría entre Misiones y Buenos Aires. Luego Altagracia sería su hogar. Los aires de las sierras cordobesas serían el bálsamo para su asma crónica y el nido del joven Fuser hasta sus 19 años. Después se mudó a Buenos Aires, pero no para echar raíces (el cemento de la megalópolis no lo seducía), sino para convertirla en otro punto de partida para salir a reconocer Nuestra América.
Con su sensibilidad a cuestas, en bicicleta, en moto, o en una balsa de palos mal atados, pudo viajar y ver más allá de la belleza imponente de los Andes, del impenetrable verdor de la selva Amazónica y del hechicero rumor del caribe. En sus viajes fue anudando las historias del saqueo, la miseria y la explotación, fue comprendiendo nuestras raíces comunes y el origen del yugo y la sangre derramada.
Desde el vientre de Nuestra América mestiza, negra, indígena, obrera y campesina, volvió a nacer. Era enero de 1959 y lo alumbró una estrella roja. Argentino-cubano, nuestroamericano, tricontinentalense. Los pueblos lo bautizaron «El Che», y su nombre y destino quedaron sellados para siempre a la palabra Revolución.
A poco, su rostro, sus palabras, sus ideas se desprendieron de su cuerpo sufriente. Fue en vano que el imperialismo gastara mil balas y un millón de calumnias. «El Che» no dejaría de nacer.
Su ejemplo coherente entre la palabra y la acción, su humanismo revolucionario, su marxismo anti dogmático y nuestroamericano son fuente viva de nuestro presente/futuro.
En su carta de despedida, cuando debía resumir todo su pensamiento en dos párrafos, nos dejó un poema, una canción, un verso para recordar cuando nos golpean y también cuando triunfemos:
“Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Che, presente, ¡salud!