Este 3 de junio, a diez años de la primera marcha internacional de Ni Una Menos, muchas ciudades del país se teñirán de violeta alzando una vez más el grito colectivo de ¡Vivas nos queremos!

Con la misma fuerza, agenda y certeza de un movimiento feminista que supo conquistar derechos históricos en nuestro país —como el aborto legal, el reconocimiento de la identidad de género, entre otros—, el 4 de junio el movimiento transfeminista del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) rodeará el Congreso Nacional.

Allí se abrazará a la concentración que lxs jubiladxs sostienen desde hace meses por condiciones de vida dignas. En esa misma plaza, nos uniremos a lxs trabajadorxs de la salud que defienden hospitales públicos como el Garrahan y el Bonaparte, fundamentales para el cuidado de lxs hijxs de nuestro pueblo. También nos encontraremos con las luchas del sector de discapacidad —usuaries y trabajadorxs— por salarios justos y políticas reales de cuidado; con migrantes perseguidxs tras la reciente reforma racista; y con investigadorxs del CONICET y trabajadorxs de universidades públicas, hoy desfinanciadas y en riesgo.

El 3 de junio de 2015, ochenta ciudades de Argentina y otras decenas en más de 30 países se sumaban al Ni Una Menos, en un grito internacional contra la violencia patriarcal.

No solo masificó la denuncia contra los femicidios en Argentina y en el mundo, sino que fue la antesala de un movimiento internacional que puso sobre la mesa la violencia y la desigualdad con la que tenemos que aprender a vivir en este mundo. Puso en evidencia que nos matan porque la violencia patriarcal responde a un modelo estructural que se sostiene a través de una organización social que invisibiliza y desvaloriza nuestras vidas.

La violencia directa sobre nuestros cuerpos expresa, año tras año, la desproporción que genera el heteropatriarcado capitalista sobre las identidades socialmente feminizadas, y expone las condiciones materiales que la hacen posible: la precarización laboral, la mercantilización de la vida, la sobrecarga de trabajo no remunerado que enfrentan millones de mujeres y disidencias, y la cosificación de nuestros cuerpos y nuestras vidas en tanto rol-función.

Por eso, cuando decimos “Ni una menos”, también estamos exigiendo otro mundo posible, donde la vida de nuestras pibas, nuestras niñeces y vejeces, nuestros docentes y trabajadores de la salud, valgan más que las ganancias de los de siempre.

Hoy y cada Junio: #NIUNAMENOS

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