Cuando la respuesta es la calle, nadie puede hacerse el distraído.

Resulta que acá nomás, a poco más de mil kilómetros de la Casa Rosada, existe una provincia que se llama Catamarca. Resulta que acá nomás, aunque ni Clarín ni Página 12 digan nada, en esa provincia más de 20.000 personas salieron a la calle para defender la educación pública. Resulta que acá nomás, fuera de Buenos Aires, suceden cosas, y vale la pena contarlas.

El decreto 884/25 firmado por el gobernador Raúl Jalil en la provincia de Catamarca, establecía las bases para una reforma educativa que, según los docentes de esa provincia, ponía en jaque a la educación pública. Así lo entendieron también las familias, trabajadores no docentes y buena parte de la población catamarqueña que, sin dudarlo, se movilizó masivamente (se cree que no había una movilización semejante desde la desaparición de María Soledad Morales).

La reforma que impulsaba Jalil (peronista de Milei), le daba al gobierno provincial la capacidad de trasladar, redistribuir y hasta suspender a docentes, como así también cerrar cursos y hasta escuelas. La respuesta popular fue tan masiva e inesperada que Jalil tuvo que anunciar la derogación del decreto mientras aún se estaba desarrollando la movilización.

Mientras en Tierra del fuego miles de familia salieron a la calle a defender sus puestos de trabajo (que peligran ante la inminente quita de impuestos a celulares importados dispuesta por Javier Milei) y en Buenos Aires miles de docentes se sumaron al paro el pasado jueves en lucha por salarios dignos; mientras el presidente de la Nación quiere borrar el derecho a huelga y uno de los candidatos progresistas dice que los docentes que hacen paro tienen que ir al paredón; mientras la mayoría de los sindicatos siguen jugando al gallito ciego, en Catamarca un grito masivo y contundente que, aunque algunos prefieran ignorar, llegó de la cordillera al Río de La Plata.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *