por Francisco N

“Remember, remember, the fifth of November” (Recuerda, recuerda, el 5 de Noviembre) fueron las palabras de V de la famosa película V de Vendetta, antes de volar el Parlamento Británico en los albores de una revolución que termina derrocando a un gobierno totalitario y fascista.

Es curioso que en los tiempos que corren, donde la realidad supera la ficción, esa sea también hoy la fecha en la que se celebrarán las próximas elecciones por la presidencia de los Estados Unidos Ocupados de América (EOA).

Y vale el paralelismo, dado que EOA está hoy bajo un gobierno totalitario de un sólo partido que tiene dos facciones: Demócratas y Republicanos.

Es una acusación fuerte, pero veamos los hechos a la luz de lo que Timothy Snyder, historiador estadounidense, llama las 15 señales del fascismo, descritas en su libro “On Tyranny: Twenty Lessons from the Twentieth Century” (Sobre la tiranía: veinte lecciones del siglo veinte):

  1. Rechazo de la verdad objetiva: ocurre con Trump (republicano) y sus “hechos alternativos”; y con la administración Biden (demócrata) y su “compromiso por llegar a un acuerdo de cese al fuego” en la masacre Israel-Gaza. Ambas construyen un discurso alejado de la verdad.
  2. Antipluralismo: evidenciado en la persecución histórica a las diversidades, particularmente las raciales. Basta recordar el caso de George Floyd.
  3. Supremacía del líder: es el caso de Trump, quién ya es visto como una figura cuasi mesiánica; y en el caso de Harris (vice presidente de la administración Biden, demócrata y candidata a presidente por el partido), quién se vende como única solución para evitar un gobierno de Trump.
  4. Desprecio por la democracia: visto en sucesos como la toma del Capitolio y las acusaciones de fraude por parte de Trump en las elecciones pasadas, como en la manipulación de los comicios para obstaculizar el acceso de ciertas partes de la población (generalmente, marginadas y racializadas) a los centros de votación.
  5. Militarismo y culto a la violencia: basta con decir que de los 248 años de historia de EOA, sólo durante 19 años estuvieron sin librar una guerra.
  6. Cultura del miedo: hoy intensificada por parte de ambos partidos, para ganar las elecciones. Construyen un enemigo externo, en el caso de hoy, los inmigrantes y comunistas (algo que ya han usado décadas atrás).
  7. Nacionalismo extremo: evidenciado por el exceso de simbolismos nacionalistas, que pueden verse a lo largo y ancho del territorio; sumado a slogans como “Make America Great Again”.

  8. Ataques a la libertad de prensa: basta recordar el caso de Julián Assange, quien fue perseguido durante años, tanto bajo gobiernos demócratas como republicanos.
  9. Desprecio por los derechos humanos: evidenciado por la falta de acceso a la salud, educación y vivienda de sus propios ciudadanos.
  10. Desmantelamiento de las instituciones: como son los intentos de desfinanciamiento de organismos como el Federal Trade Comission, que velan por los derechos de los consumidores.
  11. Populismo autoritario: que ocurre en los discursos de ambos partidos, donde se distingue a los ciudadanos “de bien”, patriotas; de aquellos que no.
  12. Manipulación del lenguaje: evidenciado en el uso del término “terrorista” para denotar a cualquiera que se oponga a los intereses del partido.
  13. Identificación de enemigos comunes: como lo es la “Amenaza China”
  14. Erosión gradual de la libertad: evidenciado por el hecho de que EOA tiene más del 20% de la población carcelaria global. Es decir, si contasemos el total de prisioneros en el mundo, EOA por si sólo tendría más del 20%.
  15. Apoyo a la violencia paramilitar: como es el apoyo de Trump a los “Proud Boys”, un grupo de civiles armados que lo apoyan (recordemos que en EOA es legal portar armas, incluso semi-automáticas y profesionales como son los rifles de asalto AR-15)

Nótese que estas señales también aplican a gobiernos de otros países, como el de Bolsonaro en Brasil, o el de Milei en Argentina.

Habiendo “probado” que EOA es un Estado autoritario (ya sea de administración demócrata o republicana), y considerando que lidera la OTAN, la organización militar más grande del mundo, no es exagerado afirmar que el destino de este, o al menos de Occidente, podría ser determinado por los próximos comicios.

Uno de los factores clave a la hora de analizar las próximas elecciones, es la operación militar israelí en Gaza, Cisjordania y el sur del Líbano; financiada principalmente por EOA, y a la que ambos partidos apoyan incondicionalmente.

La relevancia del conflicto israelí, sumado a la guerra de Ucrania (cuyo objetivo era incluir a Ucrania en la OTAN, para construir bases militares aliadas en la frontera con Rusia; como así también excluir a Rusia del mercado de gas en Europa) y a la creciente militarización del Pacífico de cara a un potencial conflicto con China por el dominio de Taiwán (quienes son los únicos productores de semiconductores del mundo; pieza fundamental en la construcción de cualquier circuito electrónico moderno), son determinantes debido a que acrecientan las probabilidades de una Tercera Guerra Mundial; la cual parece ser el objetivo de ambos partidos.

Tampoco debemos olvidar que tanto la OTAN como sus “enemigos” (principalmente Rusia y China) poseen armas nucleares, por lo que las consecuencias de una guerra serían catastróficas a un nivel nunca antes visto.

Ante esta situación, el pueblo estadounidense tiene tres opciones:

  1. Elegir a Trump o a Harris, quienes hoy tienen poco apoyo popular debido principalmente a las guerras (ya sea por conciencia y por rechazar el militarismo; o por preferir que se financien soluciones para la población en lugar de financiar y equipar a otros países).
  2. Elegir a un tercer candidato, idealmente de izquierda, y rogar que traiga consigo los cambios que el pueblo estadounidense y el mundo necesitan. En cuyo caso, Jill Stein sería la candidata más probable a ganar, por el partido de los verdes.
  3. Lisa y llanamente, revolución.

Estamos ante los albores de un nuevo mundo, y estas elecciones serán determinantes para el futuro del mundo.

Esperemos que el pueblo estadounidense haya aprendido las lecciones de la historia, y elija actuar en consecuencia

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