Sofía Soriano
fuente: Resistencia Online
Ya está convocada la segunda gran marcha federal universitaria para el próximo 2 de octubre. Convocan los sindicatos docentes, no docentes, centros de estudiantes, agrupaciones de todos los claustros y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). Además de contar con el apoyo de la CGT y la mayoría de los sectores políticos opositores del país.
El diálogo entre las medidas de lucha y la agenda parlamentaria
El movimiento universitario se prepara para una nueva jornada de lucha con el objetivo de evitar el veto que Javier Milei anunció a la sanción de la Ley de Financiamiento Universitario que el Senado aprobó el pasado 14 de septiembre.
En este contexto de ataques permanentes y viniendo de varios años de desmovilización, organizar una agenda de lucha contundente y significativa no es tarea sencilla. Las medidas de lucha que conocemos y nos sirvieron en reiteradas ocasiones parecen haberse desgastado y la participación política no se presenta como canal de soluciones para la gran mayoría de la población.
Así y todo, el 23 de abril se logró una movilización histórica y multitudinaria en defensa de la educación pública que contó con el protagonismo de la comunidad universitaria, pero también con el apoyo de la sociedad en su conjunto. Dicha movilización tuvo como principal conquista un aumento del 270% en gastos de funcionamiento. Sin embargo, ese rubro representa un porcentaje ínfimo en el presupuesto universitario total, a diferencia de los salarios docentes y no docentes, que representan más del 90%, y están sufriendo, al día de hoy, una caída real de su poder adquisitivo de más del 55%, dejando a la mayoría de les docentes y no docentes con salarios por debajo de la línea de la pobreza.
Más allá de ese aumento, la movilización masiva tuvo un peso simbólico muy relevante: un consenso social (quizás el único) sobre la importancia del sistema público universitario y su vigencia. Esto, sin dudas, fue también motivo del proyecto de ley que se aprobó unos meses más tarde aumentando, ahora sí, los salarios; y sienta un precedente que el Gobierno no puede ignorar.
De los errores se aprende
Ni el 270% de aumento en gastos de funcionamiento, ni la ley que establece la recomposición salarial docente y no docente, fueron lo suficientemente celebradas. En el caso de la segunda, un poco nos agarra desprevenides, un poco desconfiábamos de los radicales (impulsores del proyecto), y un poco preveíamos el veto. Sin embargo, el error de no festejar los aciertos es desestimar nuestra propia fuerza. El costo político que recae sobre el Presidente al vetar una ley de la que nadie se enteró es bien distinto al de vetar una ley que devuelve a la comunidad universitaria algo de esperanza. En consecuencia, será bien distinta la reacción. Los mecanismos burocráticos y mediáticos para desvincular los avances en materia de leyes de las medidas de lucha son miles, y nos corresponde como fuerza política resaltar el impacto que estas últimas tienen sobre la construcción de la sociedad, siendo esta la única manera de masificar la convicción -basada en experiencia- de que luchar sirve.
Un segundo cuatrimestre más caótico
La vuelta de las vacaciones nos encuentra, a diferencia del inicio de clases, un poco más desorganizados. Los comunicados del frente intersindical que habíamos acostumbrado a ver escasean, los paros son poco comunicados, y el proyecto de ley viene del bloque radical. La prolongación de la pésima condición laboral de trabajadores y trabajadoras universitarias demanda una radicalización en las medidas de lucha, y frente a ese panorama, ya nadie quiere tomar la batuta. Algunos Centro de Estudiantes, prepararán la marcha en vigilia en sus propias facultades.
Sin duda esta segunda marcha estará un poco más desorganizada, al mismo tiempo que federalizada. Ya no todas las universidades del país viajarán a la capital, sino que habrá grandes concentraciones en todas las provincias. Por eso es fundamental que esta vez más que la anterior, seamos toda la población quienes nos encontremos en Plaza Congreso para sentenciar una vez más que sin salarios no hay docentes. Sin presupuesto no hay universidad y sin universidad no hay futuro.