En estas elecciones es fundamental expresar un masivo rechazo a las políticas de la ultraderecha e impedir un gobierno de Milei. A su vez, llamamos a elegir parlamentarixs del FITU por ser la única opción en el Congreso que no avala las políticas de ajuste y antipopulares del FMI.
La continuidad de la crisis
La victoria de Milei en las PASO cambió la situación política en nuestro país. Luego de años de ajuste y estancamiento económico, una parte de la población argentina mostró su rechazo en una candidatura que amenaza libertades democráticas conquistadas en estos 40 años y lleva como programa una ofensiva capitalista ultraliberal que nos pone ante la posibilidad de una derrota catastrófica del conjunto de la clase trabajadora.
La crisis económica actual, principal preocupación de la clase trabajadora, tiene raíces profundas. Desde 2012 nuestra economía no crece y en los últimos dos gobiernos, el de Mauricio Macri y el de Alberto Fernández, los indicadores sociales están en declive. Es en estos 8 años donde podemos encontrar el huevo de la serpiente ultraderechista.
El gobierno de Macri comenzó denunciando graves problemas macroeconómicos heredados del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. El malestar social en sectores medios y altos fue la plataforma en la cual se paró Macri para avanzar en reformas de liberalización de la economía y cuyo resultado devino en un proceso de fuga de capitales. Su financiamiento implicó la toma de deuda en dólares más rápida y cuantiosa de nuestra historia. El programa de Macri (y de la burguesía argentina) era la triple reforma: cambios regresivos en la estructura impositiva, pérdida de conquistas laborales y modificaciones a la baja en las jubilaciones y pensiones. Este programa de relanzamiento del capitalismo argentino fue enterrado en las jornadas de diciembre de 2017. Además, el macrismo exacerbó el problema inflacionario, y la liberalización del dólar sólo profundizó la subida de precios. Su política represiva deterioró la convivencia social, demonizando a trabajadorxs desempleadxs y colocándolxs en la mira del resto de la clase como chivo expiatorio. Su gobierno cerró con una caída salarial promedio del 20%, el incremento del desempleo formal e informal y la vuelta del Fondo Monetario Internacional con el préstamo más grande de su historia a un país miembro, lo que representa una tutela en los hechos a cualquier iniciativa económica que se quiera desplegar. El macrismo hipotecó por años a nuestra economía para asegurar su reelección y, así y todo, fracasó. Nuestro presente es en gran parte responsabilidad del niño mimado de la familia que hizo su fortuna a golpe de subsidios y desfalcos al Estado.
Alberto Fernández, que prometía revertir el ajuste macrista, inició su gobierno convalidando el préstamo con el FMI que por los claros indicios de ilegalidad podría desconocerse como deuda ilegítima. Los planes de pagos negociados entre 2019 y 2023 imposibilitaron revertir la situación: el salario sigue cayendo, solo que a menor ritmo; el empleo crece, pero principalmente por el componente del monotributo que enmascara situaciones de precariedad laboral, pluriempleo y pérdida de conquistas laborales. La pandemia y los diversos conflictos militares y geopolíticos afectaron las posibilidades de mejorar al conjunto de la economía, y la tibieza en las acciones de gobierno llevó a la negativa del Frente de Todxs a golpear a sectores concentrados de la economía: el ejemplo del desfalco de Vicentin y su fallida expropiación, así como el efímero “aporte” que pagaron algunos de los empresarios más ricos son solo dos muestras de ello. La contracara de esto fue el ajuste desplegado sobre la mayoría del pueblo que se cursó por medio de la caída de salarios por la alta inflación, la dolarización de muchos de los precios de la economía y los recortes presupuestarios en políticas públicas. No es menor que el ajuste que estamos viviendo se haga bajo un discurso “antineoliberal” y con la conducción del peronismo. Esto multiplica la frustración política, económica y social de amplios sectores de la clase trabajadora que esperaban otras políticas de un gobierno cuya identidad, para muchos sectores, se liga con la mejora de la calidad de vida de lxs trabajadorxs.
El fracaso de estos 8 años de gestiones ha generado un electorado “en disponibilidad” para impugnar de cualquier manera lo existente. Allí es donde juega, combinado con lo anterior, el crecimiento a nivel global de variantes de derechas reaccionarias (Trump, Bolsonaro, Duterte, Bukele) que dan aire a políticas represivas y autoritarias encarnadas en “salvadores” ocasionales. Tanto el macrismo como el peronismo son responsables directos y en diferentes grados del ascenso de la ultraderecha en Argentina.
El remedio es peor que la enfermedad
Que un tercio de los votantes de las PASO haya elegido a Milei fue una sorpresa para muchxs. Sin embargo, tampoco es menor que en la interna de Juntos por el Cambio haya salido victoriosa Patricia Bullrich. Y que ambos concentran más del 50% de las opciones de quienes fueron a votar. El corrimiento a la derecha de la dirigencia política argentina pareció ser validado por lxs votantes, (sin dejar de mencionar el crecimiento de la abstención a niveles históricos) que dieron al peronismo unido (salvo por expresiones minoritarias) su peor elección desde 1946. Además, la abstención y los votos nulos o blancos crecieron significativamente. Que los votos positivos se hayan dirigido a opciones de derecha nos enfrenta a una situación de extrema gravedad: Milei puede salir nuevamente victorioso y enfrentar un balotaje. Y no es posible descartar una victoria en primera vuelta frente a la debilidad de Bullrich como candidata. Ahora bien, la grotesca figura de Milei y algunas de sus inverosímiles propuestas (venta de órganos y de niñxs) parecen minimizar los efectos de otras de sus políticas de más fácil digestión para la sociedad y aplicación en el muy corto plazo. Podemos rápidamente nombrar algunas de ellas: un ajuste fiscal basado en el despido masivo de empleadxs del Estado; la privatización de todo tipo de empresas o servicios estatales, alguno de ellxs de gran peso económico (como YPF y Vaca Muerta); el deterioro por desfinanciamiento o privatización de derechos como la salud, la educación (como ya sucede en Chile) y las jubilaciones (como ya sucedió durante el menemismo); el ataque al movimiento feminista y al conjunto de las personas gestantes (via ilegalización del aborto y eliminación de la ESI) y el aval a los ataques de odio a la población LGBTIQ+. Aunque aún sin un camino claro, la dolarización de la economía sería una política de muy difícil reversión y cambiaría el panorama económico por décadas, descargando un ajuste brutal y una reforma muy regresiva en la estructura económica argentina, letal para millones que hoy se encuentran en la pobreza y la indigencia. Finalmente, no podemos dejar de mencionar que las afirmaciones de Milei sobre la última dictadura no solo expresan una mirada sobre el pasado, sino una intención concreta de restablecer a las fuerzas armadas al primer plano de la política, blanqueando el accionar genocida para poder involucrarse en tareas de seguridad interna. No se pueden descartar, asimismo, medidas tendientes a restablecer la impunidad de represores y genocidas, como indultos o morigeraciones de las penas.
Vale decir que la política de Bullrich no sería tan distinta en muchos apartados, sólo atemperada en algunas áreas por sus compromisos con el establishment empresario que privilegia el status quo en ciertos temas pero acuerda en descargar el conjunto de la crisis sobre quienes vivimos de nuestro salario.
No podemos dejar que esta posibilidad se convierta en realidad. Combatir a la ultraderecha en todos los campos es central y allí centraremos toda nuestra acción y compromiso.
Unidad para resistir
Este contexto de crecimiento de la ultraderecha, la amenaza hacia las libertades democráticas y los derechos conquistados por nuestro pueblo nos plantea al conjunto de la izquierda y el campo popular nuevas tareas. Si bien es cierto que algunas de ellas las hemos asumido, en la nueva etapa política las dispone con otras prioridades.
En primer lugar, consideramos que es necesario fortalecer un frente único de lucha contra la avanzada reaccionaria que viene por nuestros derechos. Las conquistas que nos han costado décadas de organización y movilización popular deben ser defendidas por el conjunto de las fuerzas que estén dispuestas a pelear, cada una con sus propias tradiciones políticas y formas de intervención. En este sentido, desde Poder Popular vemos con urgencia la necesidad de construir puentes y alianzas más amplias entre los sectores de izquierda y el campo popular que puedan imponer en cada lugar de trabajo, barrio, estudio y en la calle una agenda de defensa de nuestros derechos y condiciones de vida.
En ese sentido, nos preocupan los métodos de intervención que alejan a la izquierda de construir en conjunto con las grandes mayorías populares. El sectarismo, que siempre ha sido un obstáculo autoimpuesto como izquierda, en la situación que atravesamos se vuelve doblemente problemático. Por ello, no podemos esperar que el escenario político continúe corriéndose a la derecha, necesitamos desde hoy empezar a construir la unidad para resistir. Estas unidades implican coordinaciones y alianzas con sectores políticos con los cuales es posible que tengamos un sinfin de diferencias pero niveles de acuerdo para defender la educación y salud públicas, la ESI y el aborto legal, los convenios colectivos de trabajo y los salarios, así como construirsolidaridad y organización en las barriadas de nuestro país.
Independencia para vencer
En segundo lugar, con igual importancia que la resistencia callejera, tenemos que trabajar en la conformación de una alternativa que pueda ser superadora de las variantes políticas que hoy se presentan en la Argentina. Desde los movimientos sociales, la organización anti burocrática en espacios de trabajo, el feminismo y las juventudes hay que construir una fuerza que permita visibilizar la existencia de una izquierda plural.
Nuestra organización considera que esta alternativa debe tener como una de sus principales prioridades la resistencia ante los ataques de la ultraderecha en unidad con todos los sectores que estén dispuestos a pelear. Esto debe imprimirle un perfil de una izquierda no sectaria, arraigada a las luchas y los problemas cotidianos del pueblo trabajador. A su vez, debe discutir con el conjunto de la población un programa de tareas que den una salida a la crisis y propongan una superación del neoliberalismo en nuestro país como modelo de vida. Para ello es necesario pelear por la soberanía nacional, la defensa de nuestros territorios y bienes comunes, la mejora de la educación y salud públicas, programas de empleo masivos y salarios igual a la canasta básica familiar.
Esperamos encontrarnos en estas tareas con todas las organizaciones que se opongan a los planes del FMI y todxs lxs compañerxs que se sumen a la resistencia al avance de la ultraderecha.
De cara a estas elecciones
Una de las tareas urgentes que nos toca en la resistencia contra la ultraderecha se presenta en las elecciones generales de este domingo 22 de octubre. Ya hemos discutido por qué creemos que estas fuerzas han avanzado de esta manera y las responsabilidades sobre ello.
En relación con el voto, consideramos muy importante que en cualquiera de los escenarios de resolución de las elecciones presidenciales exista una bancada parlamentaria de izquierda que pueda denunciar la amenaza a la quita de derechos que van a querer imponer desde La Libertad Avanza y el PRO, como también mantener en agenda los ejes contra la represión, el extractivismo, en defensa de los salarios y nuestras condiciones de vida. El FIT-U es la única fuerza que no votó medidas antipopulares en el Congreso y representa una oposición parlamentaria contra el FMI, contra cualquier reforma regresiva y por la defensa de los DDHH y libertades democráticas del pueblo.
Por otro lado, nos alejamos de las posiciones que consideran que “son lo mismo” las distintas variantes que hoy se presentan como posibles presidenciables en el país. Si bien las tres fuerzas principales comparten la continuidad del programa del FMI; la base social, la representación y las políticas tanto de Bullrich como Milei son un salto cuantitativo y cualitativo en la ofensiva contra nuestra clase. Es por ello que una parte del electorado se volcará a votar en el cuerpo presidencial al candidato de Unión por la Patria, tomando esa boleta como único vehículo capaz de impedir la llegada de Milei o Bullrich a la presidencia. Entendemos que esto no implica una adhesión al programa de esa fuerza ni simpatía por la figura del candidato, sino un voto utilitario y defensivo en un contexto de crisis que las otras dos alternativas sólo agravarán de forma exponencial.
Por todo lo mencionado, consideramos que en estas elecciones es fundamental expresar un masivo rechazo a las políticas de la ultraderecha e impedir un gobierno de Milei en alianza con otros sectores del poder político y económico, como la línea dura del PRO, fracciones del aparato militar y judicial, y gobernadores de las provincias que le otorgarán la gobernabilidad necesaria para ejecutar una derrota de larga duración sobre la clase trabajadora.
¡No pasarán! ¡Por una bancada de izquierda y el bloqueo a la llegada de un gobierno de la ultraderecha! ¡Vamos por la unidad para resistir el ajuste y por la construcción de una alternativa política!